Córdoba, "sendero de oro" hacia la paz
El Congreso Rabínico en honor de Maimónides reúne a los máximos representantes de la Iglesia judía
Hay días en los que Córdoba parece que retrocede más de cinco siglos. Días en los que por sus calles, estrechas, pasean musulmanes, cristianos y judíos. Ayer fue uno de esos días. A las 18.00, una legión de 150 rabinos procedentes de todo el mundo se mezclaban con los turistas que habitualmente recorren los alrededores de la Mezquita.
Los representantes de la Iglesia judía han venido al Congreso Rabínico en honor del centenario de la muerte del pensador Maimónides (Córdoba, 1135- Al Fustat, Egipto, 1204). El congreso, cuyas jornadas centrales se llevarán a cabo hoy en el Jardín Botánico, es uno de los encuentros más importantes de la curia judía.
El encuentro -que fue inaugurado ayer por la Infanta Cristina en el Alcázar de los Reyes Católicos y al que acudieron el presidente de la Junta, Manuel Chaves, el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y la alcaldesa de Córdoba, Rosa Aguilar- está presidido por las dos máximas autoridades de la religión judía: el gran rabino asquenazí, Yonah Metzger, y el gran rabino sefardí, Shlomo Moshe Amar.
Y ¿por qué han elegido Córdoba para celebrar el congreso? Porque, según cuentan los dos grandes rabinos, quieren que esta ciudad, y España, sea "el sendero de oro" hacia la paz y el entendimiento entre los pueblos.
Dicen que Maimónides apostaba por el diálogo, por "hablar incluso con los que no están de acuerdo con tus ideas". "La comprensión conducirá hacia la paz", sentencia Shlomo Moshe Amar. Eso sí, la comprensión sin olvidar el pasado y sin "renunciar" a sus ideas.
La delegación de 150 rabinos llegó a Madrid el martes. Ese día, fueron a visitar el palacio arzobispal de Toledo. "Esto supone una revolución histórica", afirma el gran rabino azquenazí. "Hace 500 años, si el abuelo del abuelo del abuelo de mi abuelo hubiera entrado allí, lo habría hecho sólo para ser torturado en los sótanos de la Inquisición (..) Pero ayer, el arzobispo nos recibió en la puerta y nos hizo entrar para hablar de temas importantes: es una revolución histórica".
Después de Toledo, la siguiente parada la hicieron ayer en Sevilla y llegaron a Córdoba por la tarde. Las calles de la ciudad se llenaron de sombreros negros y barbas; de rabinos de decenas de países que aprovechaban los pocos minutos que tenían libres para hacer turismo antes de asistir al acto inaugural. Pynchs Brener era uno de ellos. Es el gran rabino de Venezuela.
Brener cuenta, siempre con una sonrisa, que se siente "como en casa", y no sólo porque camine por las calles de la judería, sino por estar rodeado de más de un centenar de colegas de todo el mundo: "Hablamos en hebreo, en la lengua de la Biblia". Este rabino afirma que ésta es una visita histórica, que la celebración del congreso en Córdoba "es una señal de reconciliación". "España debe jugar un rol de encuentro entre las tres grandes culturas (...) El mundo nos pide a gritos el entendimiento", repite Brener sin dejar de sonreír.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.