"Ni raza ni religiones, sólo distingo entre buenos y malos"
Milosevic, delantero de Osasuna y serbobosnio, se enfrentará mañana como capitán de la selección de Serbia a la de Bosnia en el primer partido oficial entre ambas, clasificatorio para el Mundial
"Voy a jugar contra mi país", reconoce Savo Milosevic (Bijeljina, Bosnia y Herzegovina; 1973). El futbolista serbobosnio de Osasuna vuelve a su país de origen como capitán del gran adversario, Serbia. Mañana, en Sarajevo, Bosnia y Serbia disputarán un partido -el primero oficial entre ambas- clasificatorio para el Mundial y correspondiente al Grupo 7, el de España. La cita es especial para Milosevic, que cumplirá 86 internacionalidades, récord en Serbia y los países de la antigua Yugoslavia.
Milosevic franqueó ayer una frontera que no existía en su niñez, cuando la vida y la amistad para Rade Sekanic y él era jugar, correr por las colinas boscosas y lanzarse al río Drina desafiando sus corrientes. A principios de los años 90, en Bijeljina, al nordeste de Bosnia, había paz. Pero la muerte y la guerra desembarcaron en dos autobuses en abril de 1992. Sus pasajeros eran los Tigres de Arkan, un grupo paramilitar serbio que extendió el terror y asesinó a 27 civiles musulmanes. Era la primera ciudad víctima de la limpieza étnica en la guerra, un reguero de muerte que sitió después a Sarajevo y acabó con la vida de 200.000 bosnios, serbios y croatas.
"La estupidez de la guerra arruinó un país tan rico, tan bueno, tan organizado... Ahora estamos divididos"
"Echo de menos la antigua Yugoslavia. Pero siento respeto hacia todos en Bosnia"
La habilidad con el balón alejó a Milosevic del conflicto al encontrar abrigo en el Partizán de Belgrado. Pero su amigo Sekanic, dos años mayor, quedó atrapado para siempre. "Era una persona maravillosa y murió destrozado por un bombazo del enemigo", se lamenta Milosevic, que rehúsa identificar al enemigo.
"Horrible... Peor que eso. No tengo palabras...", intenta definir el delantero lo indefinible. Recuerda que cruzaba a nado el Drina "diez veces al día" y ahora necesita "un pasaporte" porque es la frontera entre Bosnia y Serbia. "Echo de menos la pasada Yugoslavia. Pero siento respeto hacia todos en Bosnia. La estupidez de la guerra arruinó un país tan rico, tan bueno, tan organizado... Ahora estamos divididos, empequeñecidos, destruidos... Tengo amigos de todos las razas y religiones porque sólo divido a la gente en buenos y malos, sólo la distingo así".
La tragedia también hirió a su familia. Dragica, su madre, se quedó aislada e impedida de tratarse de un cáncer en Belgrado por el embargo internacional y el bombardeo de las fuerzas de la OTAN, con la participación de aviones españoles, en 1999. Él consiguió finalmente rescatarla con un visado de la embajada suiza en Sarajevo, lo que permitió que pudiera pasar a su lado, en Zaragoza, sus últimos tres meses de vida.
"Nací en Bosnia. Soy bosnio, serbobosnio. Y es un honor ser serbio. Quiero a Serbia porque mí familia lleva 17 años en Belgrado", manifiesta Milosevic. Lo que parece una contradicción es una herencia de la postguerra. Desde 1995, Bosnia y Herzegovina está dividida por los acuerdos de Dayton, una Federación Croato-musulmana y la República Serbia de Bosnia. Por eso, de marcar hoy, sus goles también serán vitoreados en importantes localidades bosnias como Banja Luka, Pale y Bijeljina, de población mayoritaria serbia. La FIFA permite que los jugadores de la ex Yugoslavia elijan su selección balcánica.
La FIFA también evitó con una sanción que Serbia jugara contra Bosnia en Zenica, musulmana. Su comisión disciplinaria clausuró por dos encuentros el estadio Belino Polje por la agresión sufrida por Valerón en el duelo con España. El centrocampista del Deportivo fue alcanzado por una bola de acero arrojada desde las gradas. Así que hoy se jugará en Sarajevo, donde las dos selecciones afrontaron un amistoso en agosto de 2002. Ganó Serbia por 0-2. El resultado entre los hinchas rivales fue de 25 heridos y ocho detenidos por sus enfrentamientos. Por tanto, la pugna de hoy ha sido calificada de alto riesgo por la FIFA y las fuerzas de seguridad bosnias.
Pero Milosevic no está preocupado por su integridad y la de sus compañeros. "No temo por nosotros. Ya hemos pasado lo peor y no tenemos miedo de la tontería de miles de aficionados gritando. Hemos pasado una desgracia con las guerras y ahora no tememos a nada. Ni ellos a nosotros ni nosotros a ellos. Muchos fuimos compañeros en la selección sub 21 de la ex Yugoslavia. No les puedes culpar de la guerra, ni tampoco ellos a nosotros".
Serbio en Bosnia y con el mismo apellido del criminal de guerra Slobodan Milosevic, Savo tiene todas las papeletas de víctima de los maniqueístas que califican como absolutamente malos y culpables a toda una nación y sus gentes. "Desde el deporte asumo una gran responsabilidad con mi país. Aparte de jugar al fútbol, intento comportarme bien porque ha sufrido mucho y me veo obligado a dar una imagen mejor de la atribuida a los serbios", confiesa.
Su éxito económico le propició crear una red de apoyo a los damnificados por el conflicto bélico. El delantero pone el dinero y su padre, Stevo, se encarga de coordinar acciones de recuperación de su región contratando tractores para remozar las carreteras e incluso reactivar pequeñas fábricas para crear empleos. Todo lo hacen en silencio, sin publicitar sus acciones humanitarias. "Hay muy poca gente en España y en mí país que conozca la asistencia que doy a los míos. Estamos obligados a hacer lo que podemos", matiza.
Una de las costumbres de Milosevic es enviar cartas con donaciones a los más necesitados, a personas a las que ni siquiera conoce. El viejo marinero Cika Dule recibió una de ellas un día de 1995, cuando se estaba muriendo de leucemia y pobreza. Dentro del sobre había 5.000 marcos alemanes (poco más de 2.500 euros). "Si digo cuanto dinero he regalado, sonaría como si fuera un tonto. Pero he sido educado por mis padres para ayudar a los demás".
Milosevic pudo aprender en casi todas las escuelas futbolísticas. En el Partizán (1992-1995) dice que ganó talento porque los yugoslavos son "los brasileños de los Balcanes". "Respetarte a ti mismo, a todos, al rival y a los árbitros" fue lo que mejor asimiló del carácter inglés en el Aston Villa (1995-1998). Después se aplicó en la defensa en el Parma, italiano (2001-2002). En España -Zaragoza, Espanyol, Celta y Osasuna- se encontró con un fútbol técnico, "similar al de Serbia, en el que para ganar hay que marcar un gol más que el adversario. En Italia juegan para no recibirlos".
El entrenador de Osasuna, el mexicano Javier Aguirre, admite que, al principio, no le gustó la idea de que el club fichase a Milosevic. La forma dura y peleona del serbobosnio le tenía confundido. "Me quedaba con su imagen como rival y le imaginaba creando problemas con los compañeros y conmigo mismo. Ahora sólo tengo palabras de admiración hacia él. Es muy buen muchacho, un buen profesional y excelente en la convivencia con todos. Es el tipo de jugador que no te gusta tener como adversario, pero que te encanta tener en tu vestuario", le alaba.
Aguirre también resalta la calidad para la definición final y el alto rendimiento en los últimos metros de Milosevic, actual Pichichi de la Liga, con cinco goles, junto al camerunés Eto'o, del Barcelona, y el italiano Di Vaio, del Valencia. "Me gustan mucho, en mi equipo, las jugadas de pases desde fuera del área para que los delanteros culminen cerca de la portería. Milosevic ha tenido pocas ocasiones de gol, pero las ha metido todas", concluye.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.