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Columna
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Santo y mártir

Javier Arenas, el gran perdedor del congreso de Aznar en Madrid, tiene la rara habilidad de abrirse frentes de guerra a su derecha, por la izquierda y por el centro. Le duran poco las amistades de toda la vida y a falta de ofertas razonables para tratar de ganar las próximas elecciones se inventa o se monta unos cirios que pueden terminar mal, Arenas está en la obligación, claro está, de desmentirlo. La información que daba El Correo de Andalucía sobre las diferencias con la cúpula de la CEA es de mayor alcance.

Arenas ve fantasmas por todos partes y en cada esquina un potencial enemigo. Los ve dentro y fuera de su partido y así no extraña que abriera el frente de Almería que, aviso para navegantes, terminará como hiciera su antecesora en el cargo, Teófila Martínez, con Megino; es decir, Juan Enciso, el polémico alcalde de El Ejido, debe ya buscarse otro olivo. Luego vendrá Jaén. Cuando no se toca poder suceden estas cosas. Arenas, santo y mártir, pero que no termina por ser aupado a los altares y, además, habiendo perdido bastante cintura para esquivar lo que se le viene encima, o sea, el poder municipal dentro de su propio partido.

Sostiene Arenas que la mayor parte de la prensa andaluza la tiene en contra, lo que no es cierto y sólo habría que refocilarse con la gratificante lectura de algunos periódicos o escuchar las salmodias de cualificados comentaristas de radio. Ahora le toca a algunos dirigentes de la CEA. Arenas tiene en el punto de mira a dos históricos de la patronal andaluza y va a por ellos. Y si no es Arenas de forma directa, algunos de sus acólitos se mueven en el laboratorio a la búsqueda de manchas y ya andan removiendo Roma con Santiago (y no hay segundas) para encontrar en Bruselas papeles con los que incriminar a quienes son responsables de los fondos europeos para cursillos de formación.

Mal le tiene que ir a Arenas y su equipo, salvo el voluntarioso Zoido, para seguir abriendo frentes de batalla. Y muy mal le va en el asunto de los astilleros cuando su otro hombre de confianza (sic), Antonio Sanz, habla de "crimen industrial" al referirse a los planes de Zapatero para salvar, en lo que Bruselas quiera, el futuro de la industria naval en España.

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