A golpes en Vistalegre
El Madrid vence a Estudiantes en un pésimo choque que acabó a tortas
El Madrid se ha comprado muchos juguetes nuevos. Piezas de recambio de todas las formas y colores. Bajitos habilidosos y poderosos hombres para sobrevivir bajo el aro. Tiradores largos, gente bulliciosa. Estáticos hombres blancos de brazos interminables y piel pálida. Pelos afro, tatuajes en los músculos. Un poco de todo. Bullock, Gelabale, Felipe Reyes, Sonko y la casi novedad de Burke, llegado a finales de la pasada campaña... "el equipo más ilusionante de los últimos años", según Lolo Sainz, el directivo blanco encargado del baloncesto. Y todos esos ingredientes agitados por un viejo maestro, Bozidar Maljkovic. Pues no juega bien ni por esas. Pero vence, que ya es una novedad. Otra escena inhabitual fue ver a Felipe Reyes rodeado de policías nacionales con las porras al descubierto, tratando de contener al cordobés que se lanzaba a golpear al panameño Garcés, que previamente le había soltado una coz en la cara a Herreros. Todo comenzó con un forcejeo entre Sonko y Jasen. Herreros trató de separarlos y en ese momento emergió la bota de Garcés. Al verlo, Reyes se lanzó con furia a por él y tuvo que ser acorralado por la policía. Hernández, que después se confesó "muy triste por lo sucedido" y Azofra trataron de pacificar. "A ellos se les ríe la gracia y luego pasa lo que pasa", comentó con amargura Herreros, que achacó el tumulto a que Estudiantes no "asimiló la derrota".
REAL MADRID 77 - ESTUDIANTES 68
Real Madrid: Bennet (13), Bullock (7), Herreros (7), Fotsis (18) y Burke (4) -cinco inicial-; Gelabale (4), Felipe Reyes (8), Stojic, Sonko (13) y Bueno.
Estudiantes: Azofra (5), Jasen (16), Jiménez (15), Iturbe (5) y Garcés (17) -cinco inicial-; Patterson (6), Loncar (2), Vidaurreta (2) y Sergio Rodríguez.
Árbitros: Martín Bertrán, Pérez Pérez y García Leal. Eliminaron por cinco faltas a Bullock
Unos 13.000 espectadores en Vistalegre.
4º CUARTO
3º CUARTO
2º CUARTO
1º CUARTO
18-21
16-13
22-18
21-16
Felipe Reyes terminó rodeado de policías con las porras al descubierto, tratando de contenerle
El Madrid defendió mal, cerró mal el rebote, y elaboró mal las opciones de ataque. Y sin embargo, ganó. Le bastó el acierto individual en el tiro lejano, esporádico, salvador, de gente como Herreros, que ya estaba en los "años negros" y de Bennett, que estuvo desacertado en la dirección, pero iluminado en ocasiones en la acción individual. La clave de mantenerse siempre en la resaca de la ola estudiantil y de acabar superándola en el último cuarto fue el acierto desde la línea de tres, muy superior al de sus rivales, que permitieron lanzamientos muy cómodos desde el perímetro a los hombres flotantes del Madrid -sobre todo Fotsis-.
Estudiantes, que firmó un partido para el piadoso olvido, se aferraba a un panameño con la cara picada y los brazos casi tan anchos como los muslos. Garcés, un pívot discreto y veterano -ya tiene 31 años-, buen reboteador, que proviene del Leche Río y antes pasó por el Fórum. Garcés, cuyos 17 puntos no le valieron a su equipo, se bastó para desmoronar la zona blanca. El resto fueron las habituales carreras sin freno de Jasen o Azofra y la solidez defensiva y reboteadora en aro ajeno de Carlos Jiménez. El silencioso alero de Estudiantes se hinchó a recoger rechaces. En el Madrid nadie acertó a cerrar el paso al madrileño, a ponerle al menos dificultades. Pero no bastó. El estudiantes se mostró muy desacertado en el tiro. Flojísimo. Pero contaba casi siempre con una segunda oportunidad. También benefició a los colegiales y les permitió estar a rebufo hasta el final la manía de los madridistas de centrar el balón a sus rivales, o a la nada, o a la grada. Si bien es cierto que Estudiantes tampoco funcionaba precisamente como un mecanismo de relojería suiza: erraba pases, se liaba con la pelota y cometía infracciones absurdas. Además, sus jugadores eran incapaces de meter un triple.
Felipe Reyes, que antes jugaba en el Estudiantes y ahora lo hace en el Madrid, no justificó hasta los últimos instantes del partido el consenso de todas las miradas posadas en su deambular por la cancha. A la gente del Estudiantes no le gustó que el pívot cordobés decidiera marcharse y se lo recuerdan gritándole cosas desagradables cada vez que tienen la ocasión. No se sabe si será por esta circunstancia, porque aún convalece de un esguince en el tobillo, o porque no encuentra su juego, pero Reyes, Felipe, jugó hasta casi el final del choque un baloncesto muy discreto, minimalista, de puntillas. Después creció diez centímetros, enderezó la espalda y cargó sobre ella la resistencia blanca al amago de remontada estudiantil: le hizo un buen tapón a Rubén Garcés en los minutos finales, convirtió algunas canastas apreciables, provocó faltas y capturó importantes rebotes.
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