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Crítica:LA LIDIA | Feria de Otoño
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Exagerada bondad

Mucha bondad tenían los novillos de Román Sorando, eso que los clásicos llamaban peritas en dulce. Una bondad infinita que sólo requería temple. Estaban flojos, es verdad, pero eran novillos de ensueño. Y los diestros no le sacaron partido a la oportunidad que se da una vez en la vida.

Álvaro Justo salió por la puerta grande, pero con escasa justicia y demasiado triunfo para dos faenas desiguales. Le estará profundamente agradecido a la exagerada bondad del presidente. Igual le invita a cigalas. Por lo menos.

Desplegó Justo mucha torería con su primer novillo. Sobrado de técnica, dio ayudados con solera y ligó tandas con ambas manos. Incluso hasta en los adornos estuvo impecable. Entremedias dio un natural profundo y un pase de pecho donde se ciñó tanto al animal que pareció una suerte de otra época. La muleta parecía hecha de seda y no de franela. Y sin embargo, se tuvo la impresión que no había aprovechado tanta nobleza que derrochaba el animal.

Sorando / Aranda, Justo, Ávila

Novillos de Román Sorando: desiguales de presentación, justos de pitones, nobletones,bondadosos, flojos 1º, 2º y 3º, con casta 5º y 6º. Morenito de Aranda: estocada caída (palmas); bajonazo (vuelta). Álvaro Justo: estocada desprendida (oreja); estocada trasera (oreja); salió por la puerta grande. Juan Ávila: dos pinchazos, bajonazo (silencio); pinchazo, bajonazo atravesado (silencio). Las Ventas, 2 de octubre. 1ª de abono. Casi lleno.

Entró a matar decidido. Era consciente del triunfo que tenía en sus manos. Dio una estocada en el centro del albero y esperó con un alarde de maestría, mandando hasta el final, a que el novillo doblara.

Lo emborronó todo el madrileño en su segunda faena. No se entendió con el animal, que tenía más que torear y más casta. Estuvo incómodo y se alivió por fuera todo lo que pudo. Mató mal, pero no importó. El público -que vino del pueblo- pidió la segunda oreja. El presidente se hizo el remolón, pero se la dio. Sus amigos le pasearon a hombros por la calle de Alcalá. A éstos también les invitará, por lo menos, a gambas.

Morenito de Aranda tiene muy buen temple con el capote, pero realizó dos faenas vulgares. Dio una vuelta al ruedo después de un bajonazo infame y se llevó una bronca considerable. Y su compañero Juan Ávila estuvo desbordado en todos los sentidos. Intentó el tremendismo con su último novillo, pero hasta para ser triunfalista se necesita estar cruzado, además de creérselo.

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