El humor disparatado de la comedia 'Dos hombres sin destino' llega a Madrid

"Esto es un acontecimiento cultural sin precedentes, el público madrileño necesitaba algo así". Entre muerto de risa y totalmente convencido de sus palabras suelta estas cosas el cineasta Álex de la Iglesia de la primera obra que ha producido en teatro, Dos hombres sin destino, de Juan Maidagán y Pepón Montero, este último también director, y a la que define de "magna obra en un solo acto muy intenso". Tras su estreno la pasada primavera y su gira por varias ciudades, la comedia se estrena el próximo día 7 en Madrid.

Dos hombres sin destino es una historia disparatada que rescata el mejor humor absurdo español y en la que se cuenta la existencia de dos perdedores contemporáneos. Se estrenará el día 7 en el teatro Arlequín de Madrid. El montaje ya ha recibido los parabienes de crítica y público en algunas ciudades donde se ha representado. "Ha sido una gran gira mundial de éxito incalculable por Basauri, Salamanca, Almería y Gijón...", señala De la Iglesia de esta obra en la que los dos personajes interpretados por Manuel Tafallé y Enrique Martínez ven pasar la vida de manera absurda y sin final. Y la ven a través del televisor o del visionado continuo de la película Ben-Hur, hasta que descubren, cerca de la cuarentena, que siempre han estado sentados en un sofá, y uno de ellos cambia de vida, madruga y por primera vez decide aprovechar el tiempo, lo que provoca un conflicto entre los amigos, hasta que un telegrama les anuncia el fin del mundo.

Para el novel productor, Dos hombres sin destino habla de un sector de la población sin muchas salidas: "Nuestra generación, que se divide en perdedores y superperdedores. Lo mejor de la obra es que para hablar de nosotros sigue la corriente del teatro pánico, influido por Ionesco y Mel Brooks, ésos son los tres pilares básicos en que se apoya".

Todos los participantes en el montaje señalan que su trabajo nada tiene que ver con otros proyectos escénicos de humor fácil que copan la cartelera: "Esta obra tiene argumento y enjundia", dice Montero, a lo que añade su productor: "De hecho, es una obra de teatro incluso clásica en su estructura, está llena de carpintería teatral".

De la Iglesia asegura que se ha metido en el mundo del teatro para que esta obra, cuya lectura le apasionó, pudiera ver la luz tal y como es en su origen: "No me gusta estropear las cosas". A ello añade otras razones, no se sabe si espurias, que le han empujado a estos nuevos cometidos: "No olvido mi intención de forrarme, me mueve un deseo malsano de llenarme de millones".

El actor Enrique Martínez, único del equipo que tiene una larga trayectoria dentro del mundo del teatro, afirma que trabajar con neófitos es muy gratificante: "Están frescos como lechugas, es gente con una gran imaginación para desarrollar en la escena y hay que incorporarles porque ello va a significar una renovación necesaria en el teatro".

Actores, autores y productor coinciden en señalar que su espectáculo está marcado por el teatro de vanguardia y el de humor: "Cuando leyó por primera vez el texto Álex lo primero que comentó es que parecía una obra que hubieran escrito Mihura y Tono, que se hubieran metido un tripi", dicen los actores.