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"Habría podido matar a otro como a un conejo"

Felicísimo Maidé llamó por teléfono a la agencia Efe en Madrid poco antes de entregarse para afirmar que, de proponérselo, hubiera podido matar a otro policía "como a un conejo", afirmó. Respecto a su mujer y sus hijos dijo: "Nunca les he puesto la mano encima". Agregó que su esposa sabe que, "antes de hacerle algo a ella, me levanto veinte veces la tapa de los sesos".

El homicida se obstinó en que la televisión autonómica Canal 9 emitiese un comunicado suyo en el que culpaba de su situación psicológica a un supuesto tratamiento médico deficiente que le había prestado la Seguridad Social.

"Sólo me dieron una receta para pastillas y la limitación para conducir vehículos de motor", explicaba en su escrito el homicida. Después de emitirse el mensaje, que fue leído por un periodista, se entregó.

En la madrugada, y en conversación telefónica difundida por Efe, afirmaba: "Soy un muerto viviente. ¿Qué vida me espera? ¿La cárcel, un psiquiátrico...? Esta noche he intentado suicidarme tres veces y prefiero morir y que se sepa que lo he hecho por amor".

El agresor también culpó de su situación a los psiquiatras. "Les pedí ayuda y sólo me dieron una receta para pastillas que ni siquiera me han servido para matarme".

"Soy un peligro público"

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En la misma conversación telefónica, intentaba justificar su actitud en el hecho que su mujer le había sido infiel. Le había engañado "con otro que había conocido en Internet y con quien estuvo este verano en un hotel de Salamanca", dijo. En este sentido, un compañero que trabajó con Maidé este verano en un restaurante de El Perelló señaló que la pareja "había superado una crisis de 7 u 8 días y todo había vuelto a la normalidad".

Maidé, en su conversación con Efe, dijo que le habían hecho "caso omiso" cuando pidió ser ingresado en una unidad psiquiátrica por considerarse "un peligro público" para él "y para la sociedad".

En la misma conversación se preguntó si es preciso que "un enfermo saque la escopeta por la ventana, se líe a tiros y mate a una persona para recibir asistencia médica", y aseguró que la atención que le prometían en la trágica madrugada "llega tarde, porque ahora lo único que quiero es morir. Mi vida no tiene sentido".

La reacción del homicida sorprendió a conocidos y al vecindario. "Eran una pareja normal, sin problemas; y, si los tenían, no lo aparentaban", explicó el compañero de trabajo del restaurante en el que estuvo este verano. "Nunca oímos discusiones, ni gritos ni nada parecido", manifestaba una vecina. "Tenía apariencia de bonachón, algo debe haberle pasado", dijo otro que le conocía de la comunidad de vecinos.

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