La fe lanza a Osasuna
El equipo navarro, más ambicioso que su enemigo, remonta dos veces y tumba al Betis
De cabeza y a empellones. Así ganó Osasuna un partido loco, divertido por lo primario y en el que las ansias de victoria del conjunto local fueron, una vez más, su máximo argumento valedor. Hacía seis meses que los navarros no ganaban en El Sadar y ayer el Betis fue la víctima apropiada para reencontrarse con las esencias sanguíneas del fútbol pamplonés. Sudor, entrega, agonía hasta el pitido final y cabezazos de todas las clases. Los cinco goles fueron logrados con la testa, con protagonismo del gaditano Melli, quien logró un tanto en la meta de Sanzol e, involuntariamente, otro gol en la de su compañero Prats. Esencias toscas que encandilaron a la parroquia osasunista y destemplaron a un Betis ramplón y conservador, que perpetró 30 minutos de criminalidad futbolística difícilmente olvidables por su patetismo.
OSASUNA 3 - BETIS 2
Osasuna: Sanzol; Expósito, Cuéllar (Flaño, m. 73), Josetxo, Corrales; Puñal, Pablo García; Ortiz (Valdo, m. 54), Aloisi, Moha (Delporte, m. 67); y Milosevic.
Betis: Prats; Melli, Juanito, Rivas, Luis Fernández (Varela, m. 61); Cañas (Benjamín, m. 85), Fernando; Joaquín (Dani, m. 85), Edú, Castellini; y Oliveira.
Goles: 0-1. M. 33. Melli, de cabeza a saque de corner.
1-1. M. 53. Aloisi remata un saque de esquina.
1-2. M. 63. Edú cabecea un córner botado por Joaquín.
2-2. M. 71. Melli, en propia puerta.
M. 81. 3-2. Testarazo de Milosevic a pase de Unai Expósito.
Árbitro: Muñiz Fernández. Amonestó a Melli, Luis Fernández, Varela y Castellini.
Unos 15.000 espectadores en el campo de El Sadar.
Osasuna saltó como una avalancha. Rápidos, verticales y disciplinados, los locales barrieron del campo a sus rivales, acogotados por un sistema de juego mal entendido. En el primer tercio del partido, a los béticos no les importó si se jugaba con un balón o con un botijo. No controlaron el esférico en ningún momento y, lo que resulta más grave, no fueron capaces de llegar a la línea medular ni tan siquiera con despejes. Mientras, los de Aguirre probaban a Prats y quebraban el débil entramado defensivo andaluz. Ni Aloisi, ni Moha, que disparó una vez al palo, ni Ortiz fueron capaces de marcar un gol más que justo en vista de los merecimientos de ambos.
Pero de igual forma que a las protagonistas de los folletines decimonónicos, a Osasuna siempre le sobreviene un vahído en el momento culminante de la acción. Se trata de un desvanecimiento breve pero en cuyo intervalo se desfacen los entuertos. Así, los navarros se desmayaron en el minuto 28 y volvieron a entrar en acción en el 36. En ese mínimo espacio de tiempo, el Betis se olvidó de sus carencias, tomó el mando y de paso, se aprovechó de una mala cobertura en un córner para que Melli adelantase a los verdiblancos de cabeza. Tras la indisposición momentánea, Osasuna volvió por sus fueros encabezado por Pablo García, que posee el perfil y la actitud de un guerrero alejandrino. Distribuyó todo el juego, ensombreció a Cañas y a Fernando, y recompuso los cimientos de su equipo. De esta manera, los rojillos se marcharon al descanso con una gran jugada del charrúa, rematada por Milosevic al larguero. El descanso sirvió a los béticos para centrarse y mejorar ligeramente su juego, aunque renunciando a la posesión del balón y buscando los contragolpes.
Los de Aguirre aceptaron el regalo de los andaluces y siguieron sometiendo al partido a sus condiciones hasta que Aloisi empalmó con la cabeza un remate de su compañero Cuéllar y logró el empate. Al olor del gol ambos equipos se volvieron locos y se dejaron de tanteos y elucubraciones. El juego más descarado, directo y trompicado trajo como resultado un nuevo gol bético, cómo no, también de saque de esquina. Esta vez le tocó a Edú aprovecharse de la mala colocación de la zaga navarra. Con media hora por disputar, los pupilos de Aguirre se liaron la manta a la cabeza, se olvidaron de esquemas y decidieron tirar por el camino del medio. La fuerza de Milosevic y Aloisi puso tan nerviosa a la defensa verdiblanca que Prats se quedó mudo y no fue capaz de pedir el balón a Melli, quien mansamente trató de dejar el esférico a su compañero, sin percatarse de que allí no había nadie. De manera involuntaria, Osasuna volvía a remontar y helaba las intenciones béticas de ralentizar el encuentro. Sólo quedaba la guinda y llegó, porque ayer no podía ser de otra manera, de cabeza y con Milosevic como protagonista.
La ambición por la victoria de los osasunistas y su fe sin límites se imponía a las arteras interpretaciones futbolísticas de los de Serra Ferrer, más pendientes de estirar sus rentas que de ampliarlas por méritos propios.
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