CMT y centralismo
La decisión del Gobierno de Rodríguez Zapatero de anunciar el traslado de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones fue recibida en Cataluña con una satisfacción inversamente proporcional a la crítica que despertó en diversos ámbitos políticos y del propio sector, en la capital. Esperábamos que agosto contribuyera a rebajar el estrés prevacacional con el que en Madrid se reaccionó ante la noticia, a finales de julio, aunque, al parecer, deberemos seguir esperando.
La CMT es el organismo independiente regulador del mercado español de las telecomunicaciones y fue creado por el Real Decreto 6/1996 de liberalización del sector. El objeto de la comisión es el establecimiento y supervisión de las obligaciones de los operadores, el fomento de la competencia en el mercado y, en su caso, la resolución y arbitraje de conflictos y controversias entre operadores.
El sector de las telecomunicaciones generó en el año 2003 ingresos de 34.363 millones de euros, un 8% más que en 2002, según el informe de la misma CMT. Es decir, el sector avanza en un momento en el que se producen cambios significativos, vertiginosos, como el constante crecimiento (del 18%) de la telefonía móvil respecto a la fija, la migración de parte de la telefonía fija hacia una banda ancha en constante incremento de usuarios y servicios, y la aparición de nuevas tecnologías (wifi, pld, etcétera). Una recuperación, en definitiva, que convierte al sector teleco en punto de apoyo indiscutible de cualquier cambio de modelo económico e industrial.
A finales de agosto, aparecían en diversos medios de comunicación unas declaraciones del actual presidente de la CMT, Carlos Bustelo, manifiestamente opuesto al traslado de la Comisión a Barcelona, en las que afirmaba que dicho traslado debería aprobarse por ley. Como bien replicaba el ministro del sector, José Montilla, no hay ninguna necesidad de ello, ya que en el citado Real Decreto de constitución de la comisión, nada se dice de su lugar de ubicación y ésa es una decisión que corresponde al Ejecutivo. Desde todos los sectores del municipalismo catalán consideramos muy acertada la decisión y manifestamos nuestro soporte a la misma.
Pero ¿por qué es una buena noticia que la CMT se vincule a Cataluña? Diferenciemos motivos políticos y económicos. En lo que a ubicación de empresas del sector se refiere, el de las telecomunicaciones, como algunos otros, ha tendido a una excesiva concentración en Madrid. La mayoría, por no decir todas las empresas del sector, tienen su sede en la capital del Estado, con lo que se produce una elevada centralización no tanto de capital financiero sino, sobre todo, del capital humano. España, como realidad plurinacional, debe compartir no tan sólo los servicios inherentes al sector (que eso, aunque con dificultades, ya sucede) sino también, principalmente, el capital humano. La excesiva concentración de sedes y su proximidad a la CMT (que algunos valoran como elemento de eficacia) generan, en mi opinión, algunas perversiones. El regulador garantizará más claramente su independencia en la medida en que ponga mayor distancia con el sector al que regula, no únicamente una distancia orgánica, sino también física, que permitirá, como decíamos, la descentralización de capital humano hacia un territorio de alto consumo de tecnología. En lo económico, no podemos olvidar los procesos de deslocalización que sufren Cataluña y otras regiones y que hay que compensar con actividades de más valor añadido: de Investigación más Desarrollo, y de tecnología. Cada vez será más difícil diferenciar entre estos ámbitos de actuación, ya que la I + D es un gran consumidor tecnológico. Además, Cataluña representa el 25% de las exportaciones de España, aproximadamente el 25% del mercado tecnológico está en Cataluña y ha sido también unánimemente reconocido su papel como motor económico del Estado. Por lo tanto, a España y a Cataluña, les interesa avanzar en una descentralización que ha de permitir que la economía catalana crezca, pero también en beneficio del Estado.
Según el reconocido experto en Desarrollo Económico Richard Florida, si sociedades y economías quieren avanzar en crecimiento y equidad deberán cumplir con lo que el llama las tres T. En primer lugar deberán localizar y construir mecanismos de apoyo a los nuevos Talentos de la sociedad que aportarán conocimiento; en segundo lugar, incorporar Tecnología en todos los procesos, en los productivos y en los sociales, para ser más eficaces y productivos, y finalmente, este proceso se realizará en estructuras sociales que promuevan la Tolerancia. A las del profesor Florida, personalmente incorporaría una nueva T, la del territorio; un territorio que a través de sus organismos de ámbito local y autonómico deberá ayudar a la consecución de las otras tres T. Cataluña dispone hoy de equipos humanos formados en tecnología pero que no pueden desarrollarse en su territorio.
Un tercer aspecto a favor de la descentralización es el de la necesaria adecuación de la estructura estatal al paradigma de la llamada Sociedad de la Información y el Conocimiento, representado, según el profesor Manuel Castells, por la Red de Internet. La característica fundamental del paradigma Internet es la estructura de red conformada por nodos de intercambio sin centro conocido. En la Red, la información y el conocimiento se intercambian y fluyen sin orden jerárquico. La inteligencia de la Red está distribuida en todos sus componentes. Según Castells, el nuevo modelo conforma ya la estructura social (sociedad / Red) y la estructura empresarial (empresa / Red) y empieza a configurar también las estructuras políticas y administrativas (Estado / Red, Administración / Red). El principio de jerarquía es sustituido por el principio de colaboración. Un ejemplo es la organización del municipalismo catalán en el consorcio Localret y el acuerdo entre las administraciones públicas catalanas para el desarrollo de la Administración Abierta de Cataluña.
Si las empresas pueden localizar las diversas fases de su cadena productiva en lugares diferentes del planeta sin perder por ello unidad ni capacidad operativa, ¿por qué no ha de hacerlo el Estado, cuando su distribución territorial puede añadir valor tanto a su propia acción de gobierno como a los territorios donde se instala? Por todo ello, es perfectamente lógico que sea la CMT, el organismo regulador del sector estratégico de la nueva sociedad, el primer instrumento en asumir el paradigma del Estado / Red y en deslocalizarse respecto de un centro único y absoluto que empieza a dejar de tener sentido.
Ahora es el momento de trabajar juntos en y para un sector que necesita descentralizarse política y económicamente, en un territorio que ha de modificar su modelo productivo en beneficio propio y del Estado. Por tanto, trasladar la CMT a Cataluña es bueno para España, es bueno para Cataluña (que recordemos no es sólo Barcelona), y también es bueno para la misma CMT, que reafirma su independencia en un sector muy dinámico pero que necesita mejorar en competencia.
Jordi Valls es presidente del consorcio Localret y alcalde de Manresa.
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