España, contra los elementos
Un apagón obliga a suspender a falta de media hora un partido en que Raúl alivia la mala imagen de su equipo ante Escocia
Los elementos se conjuraron ayer contra España, que sufrió toda clase de vicisitudes. Primero el viento, más tarde las patadas de los escoceses, a continuación la falta de ideas de los españoles y, por último, cuando el equipo de Luis parecía recuperarse a lomos del redivivo Raúl, se fue la luz y apareció un diluvio que mandó a los protagonistas a sus casetas y a los escasos espectadores a sus casas. Y eso que faltaba más de media hora para el final. El último ensayo antes de comenzar el miércoles en Bosnia la carrera hacia el Mundial de Alemania 2006 se convirtió en una pesadilla. La primera parte de España fue horrorosa y la segunda se la llevó la oscuridad y la lluvia, justo cuando Raúl, Valerón y Vicente se disponían a lavar la imagen de su selección. Suspendió el equipo B que había dispuesto Aragonés. Y el seleccionador hubo de recurrir a la presencia de Raúl en el segundo tiempo para levantar anímicamente a sus hundidos compañeros.
Escocia tuvo anoche la misma cara de su entrenador, el alemán Berti Vogts, que fue uno de los defensas más tenaces y agresivos de los años setenta. España resultó un desastre en defensa -concedió hasta cuatro ocasiones de gol a su limitadísimo rival- y un caos en ataque. En su misión de hilar el juego, Xabi Alonso chocó contra un insidioso viento y contra los escasos desmarques de sus compañeros. A la segunda tarascada recibida, Joaquín se inhibió por por el extremo derecho y España cargó en exceso su avance por el izquierdo. Venía lanzado Reyes tras su espectacular arranque en la Liga inglesa -cuatro goles en cuatro partidos-, pero Vogts, que lo tiene muy visto, le colocó encima a dos sabuesos que lo secaron sin contemplaciones. Baraja se anduvo tan desconcertado que acabó marcando en propia puerta: peinó sin querer un centro enroscado de Mc Fadden. Y en cuanto a los delanteros, quedaron completamente aislados arriba. Fernando Torres quiso jugar de espaldas a la portería, pero acabó casi siempre con los morros en el suelo. Y Tamudo, predispuesto a actuar al contragolpe, se vio sin aire y sin espacios.
A sus 23 años, Casillas fue el capitán de España. Lo que demostraba que era un conjunto con escasa experiencia: el portero del Madrid sumaba más internacionalidades que nadie (40). Y si Luis trataba de examinarlo en ese duelo que mantiene con Cañizares por la titularidad, el seleccionador pudo ver lo que ya sabía: que es muy bueno en el uno contra uno -salvó dos disparos de Crawford sin oposición-, pero que sigue sufriendo en los balones aéreos. Dos centros de McFadden, dos ocasiones de gol. La primera la salvó Puyol bajo palos y la segunda acabó en el tanto de Baraja en su propia meta.
Con Berti Vogts contra las cuerdas, Escocia se tomó el amistoso como si le fuera la vida. Y hubo quien repartió patadas con saña a quien se interponía en su camino. Fue el caso del extremo zurdo McFadden, que acabó siendo sustituido por Vogts para evitar males mayores.
Sonrojado como estaba Luis por la pésima primera parte, miró al banquillo y mandó calentar a Raúl y a Valerón antes de que llegara el descanso. La elección del cuestionado Raúl tenía más de anímico que de futbolístico. Era como pedirle al capitán que tirara de su ascendiente en el grupo para sacarlo del agujero. Así lo entendió el delantero del Madrid y eso fue lo que hizo. Fabricó con un desmarque y un centro raso el penalti sobre Reyes. Y, acto seguido, se encargó de lanzarlo. Engañó al portero. Asumió la responsabilidad en un trance que le traía malos recuerdos desde que fallara ante Francia en la Eurocopa de Bélgica y Holanda 2000.
El ridículo de la primera mitad obligó al seleccionador a recurrir a Raúl, Valerón y Vicente. Eso supuso, además, que Reyes se desplazara hacia la media punta, donde triunfa en el Arsenal. El partido tomaba otro rumbo mucho más positivo. Tenía mejor pinta hasta que una tromba de agua dejó a Luis lamentándose de su mala suerte. Y a España postrada por los elementos.
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