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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Callejón checheno

La sombra de los atentados simultáneos del pasado martes contra dos aviones que partieron de Moscú y se cobraron 89 muertes pesó ayer sobre las elecciones que se celebraron en Chechenia para elegir nuevo presidente tras el asesinato del anterior, Ajmad Kadírov, el pasado 9 de mayo. Pese a la alta participación y a los deseos de la población de que termine la guerra que en su actual fase dura ya cinco años, no se han dado las condiciones para unas elecciones democráticas, en las que ayer se volvió a inmolar un terrorista suicida. No se ha podido presentar ningún candidato independentista entre los siete en liza. Previsiblemente, el recuento -en unas elecciones celebradas en guerra- dará ganador a Alú Aljánov, hasta ahora ministro del Interior, ungido como candidato del Kremlin por el propio Putin.

La confirmación por Moscú de que la explosión de los dos aviones en vuelo fue obra de terroristas chechenas -la policía ha apuntado a la probable autoría de dos viudas suicidas-, ha puesto de manifiesto la capacidad de estos movimientos y los agujeros en las medidas de seguridad rusas. A estas alturas, de poco o nada servirá una respuesta contundente por parte de las fuerzas rusas. Si acaso, se reafirma algo que se había puesto de manifiesto en los últimos meses: los rebeldes independentistas están más fuertes y más organizados. Han podido llegar a la capital, Grozny, en sus ataques contra los chechenos que colaboran con los rusos. E incluso mataron a Kadírov, que en la primera guerra chechena, entre 1994 y 1996, había estado de su parte. Frente a ellos, los 80.000 soldados desplegados por el Ejército y el Ministerio del Interior ruso no logran imponer ni paz ni seguridad, mientras el enfrentamiento desborda los límites de Chechenia para incendiar las vecinas Ingushetia y el Daguestán, con Georgia en una difícil posición.

Cansado por esta lucha, sin que el tímido proceso de chechenización de la seguridad haya dado resultados, Moscú -es decir, Putin- no parece tener otra política en Chechenia salvo la de seguir tirando. Los guerrilleros se declaran dispuestos a combatir hasta la victoria final. Y los europeos prefieren mirar hacia otro lado. Y así seguirá Chechenia, de momento, con o sin elecciones.

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