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Reportaje:Parques de Madrid | FUENTE DEL BERRO

Donde el agua es un milagro

Un lugar muy frecuentado por deportistas, tanto por corredores como por ajedrecistas

Cuenta una leyenda que el agua de la fuente del Berro, en el distrito de Salamanca, poseía propiedades curativas. En tiempos de Carlos II, a finales del siglo XVII, se decía que con sólo unos sorbos se purificaban los riñones, se prevenían las cataratas y se evitaban las arrugas. Otros, más ardientes, la utilizaban con fines afrodisiacos. Con semejante publicidad, no era de extrañar que los invitados de las fiestas reales prefiriesen llenar sus copas con ese líquido, en detrimento de los refinados vinos que el rey les ofrecía.

Pero hoy, tres siglos más tarde, el agua que mana de esa fuente, adornada con motivos vegetales y mitológicos, ya no posee la magia de antaño. O al menos, por el estado de dejadez que presenta. Con el paso del tiempo y la construcción del parque que lleva su nombre, los visitantes, bastante más escépticos, optan por el ejercicio físico para combatir los males que acechan contra su salud. Aunque no se sabe si la casualidad tiene algo que ver, en un monumento que homenajea al poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer, rezan los siguientes versos: "Hoy como ayer, mañana como hoy. / Y siempre igual; / un cielo gris, un horizonte eterno. / Y andar... Andar". Y eso es, precisamente, lo que más se hace en este parque, que presenta una de las apariencias más saludables de todos los que se encuentran en la ciudad. Y es que, debido a sus marcados desniveles, es posible ver a muchas personas paseando o corriendo por los parterres curvilíneos que atraviesan las praderas.

Es un museo vegetal en el que 19 carteles explican curiosidades de los árboles

El grueso de esta superficie se encuentra encuadrado al norte por la calle de Sancho Dávila; al oeste, por la calle de Ambrós; al sur, por la calle del Alcalde Sainz de Baranda, y al este, y he aquí el gran inconveniente, por la M-30. Y eso significa que como los vehículos distan mucho de ser silenciosos, a los silbidos de la naturaleza no les queda otro remedio que enfrentarse diariamente al rugido de los motores. Todo con tal de hacerse con el protagonismo sonoro del parque.

Pero para protagonistas, los que ha acogido a lo largo de la historia. En diciembre de 1630, Felipe IV adquirió el terreno sobre el que hoy se asienta este parque. Años más tarde, en 1641, fue cedido a los padres benedictinos castellanos, que, como consecuencia de la sublevación de Cataluña contra el poder central, fueron expulsados del monasterio de Montserrat. Pero sólo lo habitaron durante dos años. Luego regresaría a manos monárquicas, concretamente a las del ya citado Carlos II. Pero hoy no queda ni rastro de esa época. Su actual propietario es el Ayuntamiento de Madrid y lo es desde 1948, año en el que convirtió este recinto de casi ocho hectáreas en uno de los parques públicos más frecuentados de la capital.

Estos jardines están abiertos al público de 6.00 a 22.00 de lunes a domingo entre el 1 de octubre y el 31 de marzo, y de 6.00 a 24.00 entre el 1 de abril y el 30 de septiembre. En ellos abundan los caminos rústicos, algunos con pendientes pronunciadas, por medio de los cuales el parque muestra al visitante sus fuentes, estanques, casetas para palomas, así como varias estatuas, como la del ya citado Bécquer, la del músico Enrique Iniesta y la del poeta ruso Alexandr Pushkin. Pero en este recinto, según varios vecinos de la zona, también habitan ardillas, patos e incluso pavos reales.

En la parte más baja, la más próxima a la ruidosa M-30, se encuentra un espacio reservado para los más pequeños. Se trata de la zona de juegos infantiles, en la que los niños disfrutan de columpios y toboganes, bajo la atenta mirada de sus padres.

El parque de la Fuente del Berro también es un museo vegetal. Cualquier visitante que pasee por sus praderas se encontrará con 19 carteles de contenido puramente didáctico. Por medio de un dibujo y un breve texto, todo aquel que se detenga y los lea, sabrá algo más de los troncos y las hojas que se asientan en este espacio desde hace décadas. En el cartel del cedro del Himalaya, por ejemplo, se explica que su nombre popular hace referencia a su procedencia geográfica, pero que su denominación específica -Cedros deodara- deriva de "deodar", que significa "árbol divino". Otra de las curiosidades que se cuentan en este cartel es que mediante la destilación de su madera se extrae una esencia que se emplea en farmacia y perfumería. Y esto se debe a que su madera es amarillenta y muy duradera por los aceites que contiene, los mismos que desprenden un aroma que protege al árbol de los ataques de los insectos y de los hongos. Todo eso y mucho más son parte de los misterios que esconde la naturaleza, secretos que se desvelan en este parque.

Pero la sabiduría que contiene este recinto no sólo se debe a dichos carteles, sino también a los numerosos jubilados que se concentran durante toda la semana. Fermín es uno de ellos. Se trata de un personaje entrañable, de los que se encuentran en todos los parques: es el que alimenta a las palomas.

Cada mañana se acerca hasta el estanque y les da el pan que le sobró el día anterior, explica. Lo hace para entretenerse. El resto de ancianos, por su parte, frecuentan el parque por motivos muy diferentes. A Jesús y Paco, por ejemplo, les encanta jugar al ajedrez. "Es el deporte de la mente", aseguran. Y en este parque, además de unas mesas habilitadas para ello, gozan de "la tranquilidad necesaria para concentrarse".

En todo el parque sólo hay un edificio, el palacete de la Quinta Fuente del Berro, convertido en un centro cultural en marzo de 2003. Desde entonces, acoge distintas actividades, como clases de yoga y exposiciones de pintura. Durante el verano se organizan campamentos para niños, y la pequeña biblioteca se llena de estudiantes universitarios, que estudian desesperadamente en busca del aprobado perdido.

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