Gasol da nueva cita y hora

La primera participación de Pau Gasol en unos Juegos vistiendo la camiseta de la selección se cerró con un regusto más bien amargo. No podía ser de otro modo para un competidor nato como él que, en lugar de batirse en la final, se pegó el madrugón para discutirle a Yao Ming un asunto que ya estaba más que zanjado y que, a la postre, le recompensó con una mísera séptima posición. Fue un premio casi insultante. Pocas veces, por no decir nunca, una trayectoria tan buena habrá recibido peor premio. España regresa a casa con uno de sus expedientes más brillantes (una única derrota en siete partidos), pero hundida en la clasificación. El séptimo puesto que le concedió la fácil victoria frente a la China de Yao Ming (92-76) -siguiendo la tónica de este torneo olímpico, España se impuso cómodamente y Gasol firmó un partidazo (37 puntos y 7 rebotes)-, ni contenta a nadie ni hace justicia al camino trazado.

"Me voy con sensaciones contradictorias porque, a nivel de equipo y de juego, hemos estado a buena altura y lo hemos demostrado, pero un séptimo puesto no sabe a casi nada", señaló Gasol, visiblemente más animado. Dos días después de la amarga y definitiva derrota frente a Estados Unidos, al pívot de los Grizzlies se le había borrado del gesto la rabia y la profunda decepción con las que el jueves salió de la pista. Pero la sensación de frustración seguía siendo la misma. "El consuelo de perder sólo un partido y quedar séptimos no sirve de mucho. La realidad es que somos séptimos por causas que estaban de algún modo fuera de nuestro alcance y eso es lo que queda", insistió.

Para alguien tan competitivo y con un carácter tan ganador, un diploma olímpico es como las sobras que quedan tras un gran banquete. "Tenemos un grupo muy bueno, con muy buen nivel, con jugadores de talento y, para mí, tenemos que estar arriba, compitiendo por medalla en cada campeonato", señaló. El mal regusto y su ambición son, sin embargo, el mejor acicate para próximos torneos. Pase lo que pase con su futuro en Memphis -en septiembre se decidirá su más que probable continuidad-, quiere seguir vistiendo la camiseta de la selección, al margen de las presiones de la NBA, y desquitarse. "Si yo estoy bien, fresco y la motivación y la ilusión siguen ahí, no hay ninguna razón para que no siga", expuso. "Para mí la selección es algo muy importante, una ilusión y un orgullo que un equipo no te puede negar".

La primera oportunidad, el próximo año, en el Europeo de Belgrado -"me gustaría jugar allí para quitarme este mal sabor de boca y demostrar que esta selección se merece estar ahí arriba, peleando en cada final o semifinal"-. La siguiente olímpica, "si el físico lo permite", con 28 años, en Pekín 2008.