Arqueología para el desarrollo
Un grupo de la Universidad Politécnica y la de Valencia trabaja en un yacimiento maya
Uno de los secretos mayas que la tierra enterró hace miles de años quedará al descubierto en poco siempre. Un equipo de profesores de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) y de la Universidad de Valencia consiguieron enamorar de arqueología y desarrollo a la Universidad de San Carlos de Guatemala y al Ministerio de Cultura (junto a misiones en Egipto o Jordania), que ha incluido el proyecto entre las siete misiones arqueológicas que subvenciona en parte en el extranjero.
Gaspar Muñoz, profesor del Departamento de Composición Arquitectónica en la UPV, un académico con vocación de explorador que ha desgranado el mapa de Guatemala, ha porfiado hasta conseguir contagiar, en colaboración con profesores de arqueología de la Universidad de Valencia, a la Administración del valor específico de un enclave situado en el departamento del Petén, relativamente cerca de Ticali. "Arquitectónicamente es un conjunto maya con un valor muy importante. El tiempo y el abandono, como en muchos otros lugares, enterraron un conjunto maya que tiene unas características muy especiales, no es como la mayoría de los que conocemos. Éste es un sitio con edificios de carácter palaciego pero con grandes dimensiones, más de las que hay en el entorno, tienen un claustro muy grande, bóvedas de planta cuadrada muy distintas a las que hay en cualquier otra parte, detalles que te hacen pensar que cuando lo investiguemos va a ser un sitio singular".
"Ponemos en valor el patrimonio en favor de mejores condiciones de vida para la población"
Los primeros trabajos de excavación empezarán en septiembre. Durante julio y agosto se ha dibujado la logística para operar a lo largo de cuatro años. El propósito más innovador es el binomio arqueología-desarrollo.
El equipo de Gaspar y Cristina, profesora de Arqueología, pretende que la población sea la gestora y directa beneficiaria de la puesta en valor del yacimiento arqueológico. "Está al lado de una pequeña población, La Blanca, con unos 500 habitantes. Es un lugar sin luz, sin agua... con una estructura económica muy básica. Ese patrimonio está en peligro, amenazado por los saqueadores (huecheros), gente de allí que como una forma de vida busca en las ruinas antiguas alguna cerámica para venderla generalmente a norteamericanos o gente con dinero y que compra esas cosas bajo mano. Nuestro objetivo es excavar, recuperarlo y ponerlo en valor, convertirlo en algo que se pueda ver, destapar un emplazamiento que se pueda visitar y que genere una línea de economía para esa población", explican.
Para ello es imprescindible hacer partícipe a los habitantes desde el principio, conocer cómo perciben la intervención y que trabajen en ella desde el principio, "en eso estamos", cuenta Gaspar, "por ello el proyecto se fundamenta en la intervención en el patrimonio y en la población a través de un estudio de cooperación al desarrollo que identifiquen carencias y problemas: valorar el patrimonio en favor de la población".
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