La plata malquerida
Conchita Martínez y Vivi Ruano viven con desesperación la pérdida del oro contra las chinas
Habían ganado la plata, una medalla olímpica, motivo de alegría para cualquier competidor. Y, sin embargo, la música del himno chino que coronaba a Ting Li y Tian Tian Sun como campeonas sonó como una canción triste en los oídos de Conchita Martínez y Vivi Ruano. Más que ganar la plata, perdieron el oro. Todo estaba preparado para una gran fiesta. Las españolas son mucho mejores que sus rivales. Vivi, la número uno del mundo de dobles, y Conchita, la 14ª y campeona de Wimbledon, contra unas desconocidas (29ª del ranking de dobles). El partido se les presentaba como una ocasión única para lograr el primer oro del tenis español y también de la delegación en Atenas. Pero fueron derrotadas en menos de una hora y media en tan solo dos mangas: 6-3 y 6-3.
"Ahora te toca a tí acabar con las chinas", le había dicho la argentina Paola Suárez a Vivi, su compañera habitual en los dobles del circuito. Había ya una gran euforia alrededor de la pareja española, acompañada en la grada por la reina Sofía, la infanta Elena y Juan Antonio Samaranch, ex presidente del COI. Luego, visto el resultado, Agustí Pujol, el presidente de la federación, proclamó: "El oro no estará nunca tan cerca. Estoy desilusionado. No aprovechamos la gran ocasión".
Y ellas dos, Vivi y Conchita, aún en la pista, sentadas en sus sillas, casi sin mirarse, con expresiones dolorosas en sus caras, hacían esfuerzos para contener las lágrimas y... no precisamente de alegría. "Tenemos la plata", se le oyó a Conchita con la única intención de levantar el ánimo de Vivi, que estaba a punto de colgarse del cuello su primera medalla olímpica. "Sí, pero...", pareció responder ésta sin siquiera poder esbozar una sonrisa. Fue en la entrega de premios cuando las dos intentaron conformarse después de haber perdido una final de forma incomprensible.
"No hemos tenido suerte. No hemos podido implantar nuestro juego porque ellas han sido muy sólidas en el suyo. Pegaban golpes muy fuertes y, cuando lo necesitaron, hicieron puntos increíbles: colocaron un passing paralelo con un cordaje roto", analizó Conchita buscando respuestas que ni ella misma podía encontrar. Todo el partido habían estado apáticas, excesivamente conservadoras. No querían tomar riesgos y sus rivales, en cambio, los tomaron todos. Y fueron minando la moral de las españolas, desesperándolas, incapaces de atrapar el oro.
"Sí. El primer momento es de decepción", reconocieron ambas, que llegaron a la conferencia de prensa casi dos horas después del final del partido con los ojos rojos de tanto llorar. "Acabamos de perder una final, un oro. Pero, cuando lo analicemos con tranquilidad, descubriremos que lo que acabamos de hacer en Atenas es algo grande", argumentó Ruano; "pero cuando analizas el partido crees que podías haberlo mejor".
Conchita y Vivi, con 32 y 30 años respectivamente, tuvieron ocasión de escribir una de las páginas de oro del tenis español, similar a la de la aragonesa cuando ganó en Wimbledon en 1994 o a la de Arantxa Sánchez con sus cuatro títulos del Grand Slam, todos triunfos únicos. Sin embargo, la derrota las condena a ser miembros simplemente del grupo de medallistas españoles: Jordi Arrese (una plata), Sergi Bruguera (una plata), Arantxa Sánchez (dos platas y dos bronces), Sergio Casal (una plata), Emilio Sánchez (una plata), Àlex Corretja (un bronce), Albert Costa (un bronce) Conchita Martínez (dos platas y un bronce) y Virginia Ruano (una plata).
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