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Reportaje:Atenas 2004 | ATLETISMO: SEMIFINALES DE LOS 1.500 METROS

Estévez hace los deberes

Eliminados Fernández e Higuero, el mediofondo español se encomienda a un veterano que sabe actuar cuando es necesario

Santiago Segurola

El mediofondo español todavía es patrimonio de Reyes Estévez, atleta de luces y sombras que parece definitivamente afinado. Se clasificó sin alardes para la final, en la que se encontrará con apenas un hombre de su generación: Hicham el Guerruj. No aparecen estrellas en el horizonte, gente con carisma capaz de agitar el 1.500, siempre prestigioso, pero un poco gris en los últimos años. No será en España donde aparezca el sucesor del marroquí. No en estos momentos. Álvaro Fernández aún esta en proceso de formación. Le pudo la angustia y la ingenuidad. No se clasificó. Juan Carlos Higuero sigue donde estaba hace demasiado tiempo. No domina el arte. Es el polvorilla de toda la vida. La carrera le vino grande a pesar de tener las circunstancias a favor. Su semifinal fue lenta y un poco sucia. Ahí es donde tiene como moverse como un gato. Pues no. Hizo mutis.

Es un juego de máscaras. A algunos les pierde el carácter y enseñan sus cartas

Estévez ha demostrado lo esencial en una competición de esta magnitud. Sabe actuar cuando es necesario. Es un veterano. Su experiencia la aplica también por el lado teatral. De repente, todos especulan con su estado de forma. Sin duda, ofrece más garantías que en los últimos años. Quizá sea el mejor Estévez desde los Mundiales de 1999. Pero sólo se puede manejar un dato real: se ha clasificado y no ha dado muestras de debilidad. El 1.500 es un juego de máscaras. Hay atletas a los que les pierde el carácter y enseñan cartas que deberían mantener guardadas. Los rivales toman nota. ¿Qué pueden saber de Estévez? Prácticamente, nada. Ha ofrecido la menor cantidad de datos.

Lo fascinante del 1.500 es su naturaleza cambiante. Puede ser una carrera exuberante o una representación mezquina. Y lo mejor es que su parte mezquina resulta muchas veces más interesante. Una de las dificultades que ha encontrado El Guerruj para ganar el título olímpico ha sido su desconocimiento real de la parte miserable del mediofondo. Acostumbrado a correr detrás de las liebres en carreras a la carta, perdió el instinto de los atletas que viven emboscados en las pruebas lentas, donde la sorpresa se esconde detrás de cualquiera. En la búsqueda del récord, muchos se han embrutecido, han perdido finura y olfato.

Quizá ahora, cuando empieza a dar algún signo de declive, El Guerruj recupere el instinto para manejarse en las carreras tácticas. No le sobran las fuerzas. Así que tendrá que tirar de la inteligencia. Ha hecho algo parecido a Estévez. Entró en la final cuando quiso, después de aburrirse con un ritmo de paseo. En esa misma carrera, Higuero y Fernández nunca se sintieron cómodos. Parecían juveniles. Un intento de Fernández por colocarse junto a El Guerruj no mereció mayor preocupación en sus rivales. Se le vio sin energía, superado por los acontecimientos. Los Juegos pesan mucho en los nuevos. Nadie lo puede explicar mejor que Rashid Ramzi, una de las sensaciones del año. Trasvasado de Marruecos a Bahrein, se permitió derrotar a El Guerruj en Roma. Su instantánea celebridad se ha apagado en Atenas. No se clasificó en la serie de Estévez. El mediofondista español manejó los problemas con naturalidad. Viajó en el furgón de cola durante la primera parte de la prueba, se colocó en cabeza con un poderoso movimiento, se encontró con la firme oposición del duro Lieferts y no se inmutó. No dejó ver nada a sus rivales. Se tapó. Es lo que suele suceder con los veteranos en las eliminatorias del 1.500. Hacen su trabajo y se esfuman. Más que correr, juegan al póker. Y a la gente le gusta.

Reyes Estévez (en medio, tras un keniano), siempre atento en el grupo de cabeza durante su semifinal de ayer.
Reyes Estévez (en medio, tras un keniano), siempre atento en el grupo de cabeza durante su semifinal de ayer.ASSOCIATED PRESS

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