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El Fórum de Maruja | HUMOR
Columna
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El atleta y otros vómitos

Legionela en Delfos, dicen los titulares. Ya sé que no se trata de una obra de Esquilo o por ahí, sino de una tragedia real y humana, pero no me digan que este agosto no tiene, hasta para sus crueles regresos (ahora, con su origen en las torres de refrigeración de la dicha clínica barcelonesa) de la enfermedad letal que cada año sacude algún punto de Cataluña, un Componente Griego.

Grandiosa me pareció a mí la marcha que realizó Paquillo Fernández en Atenas, mientras me dedicaba a desayunar, una vez que conseguí ver las imágenes en seco, sin esos comentarios excesivamente optimistas de los informadores, que empiezan habituándote al oro y acaban sonando falsamente alegres por la plata obtenida. Se le veía sufrir a nuestro atleta, y eso era lo mejor de todo, su esfuerzo, su humanidad. Si hasta vomitó, la criatura, como si fuera uno de los africanos que llegan a nuestras costas participando en su particular campeonato por la supervivencia y no reciben más que el retorno.

Gran parte del número de 'Vogue', no sólo la que ocupa la mitad del Gobierno, se sustenta sobre una carnicería de zorros, linces, leopardos y visones

Regresó a la actualidad opinante doña Cristina Alberdi (esa Víctima Colateral del Transfuguismo calculado a Destiempo; si llega a aguantar un poco más, quién sabe dónde se sentaría ahora): "Esto lo que hace es reforzar los estereotipos", ha dicho, refiriéndose a las tristemente famosas fotos del Vogue (nada que ver con lo de Marie Claire, que ha publicado entrevistas profesionales ilustradas). Y añade: "Es una vergüenza, y no se han dado cuenta del daño que han hecho a la mujer". Bueno, ella debe de saber lo Delicadas que Somos, ya que trabaja para Esperanza Aguirre, que no dudó en recurrir al viejo truco feminoide de las lágrimas cuando Ruth Porta la acosó durante las famosas sesiones del Gobierno de Madrid, hace poco más de un año.

En mi opinión, y dado que después de la infausta sesión fotográfica las damas continuaron con sus ocupaciones, a la mujer no le han causado ningún daño. Pero a los zorros, ni te cuento: esa imagen de Narbona hundiendo la mano en la manta del Doctor Zhivago perdurará para siempre en nuestras retinas. Felicito al fotógrafo por haberla conseguido. Es una proeza equivalente a pillar a un cardenal en un burdel, un suponer, o (un suponiendo), a la duquesa de Alba en un Todo a Cien. En realidad, gran parte del número de Vogue, no sólo la que ocupa la mitad de nuestro Gobierno, se sustenta sobre una carnicería de zorros, linces, leopardos y visones. Aparecen por todos lados los pellejos de lo que fueron bellos animales, especialmente en los anuncios: teñidos de colores, perdida toda su relación con la naturaleza, colgados del pescuezo de las modelos, cubriendo sus etéreas hechuras. Tiempos aquellos en que había auténtico Miedo al Spray y una relativa conciencia de la belleza y utilidad del acrílico. Mas no se acumulan fortunas traficando con acrílico.

No fue sólo el miedo la razón de que los peleteros decayeran; el retroceso se produjo también por la falta de diseños actualizados. En cuanto encontraron la forma de poner al día el catálogo, volvió lo que nunca muere: lo que mata por el lujo más superfluo. Y, de nuevo, nadie que tenga una mínima sensibilidad ecologista puede contemplar con tranquilidad el retorno de la matanza de hermosas bestias a la moda, en este cuarto otoño-invierno del más decadente y culposo de los siglos, quizá el otoño-invierno de nuestro descontento y de, parafraseando al pirata de La isla del tesoro, "¡un barril de brent!".

Este verano ateniense, caracterizado también por desapariciones importantes, se nos acaba de llevar a Elmer Bernstein, el músico de cine que supo aunar epopeya y lirismo. Una ojeada a su filmografía sirve para comprobar la decadencia de Hollywood: de Los siete magníficos a Los cazafantasmas. Por suerte, Scorsese le dio La edad de la inocencia, e hizo una música que ennobleció la película, y que ahora mismo estoy escuchando con profundo y necrófilo placer. Snif.

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