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Palabras.net
Columna
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La historia del peluquero y el Papa

Marta entró en palabrasalacarta.com y escribió

BUEN TRATO

...El reto es ser capaz de contestar amablemente al que no es ni por aproximación amable con nosotros, ser capaz de sonreír pacífico ante aquellos que están en "esos días insufribles", capaces de cruzar la calle para saludar afectuoso al vecino que ni nos vio, agobiado por la urgencia de sus problemas.

Algún distraído puede creer que éste es un tema menor, que es una simple propuesta diplomática, o cínica o a la expresión de un cierto servilismo idiota; no lo creo.

Este paso es darnos cuenta de lo difícil que sería intentar recorrer el camino de la realización personal en absoluta soledad, sin compañeros de ruta, sin la mirada de otros, sin el afecto de algunos. Nadie llega demasiado lejos sin afecto. Nadie ve el horizonte si no consigue antes relacionarse amorosamente con los que le rodean. Nadie triunfa sin ser amado.

Nadie llega demasiado lejos sin afecto. Nadie ve el horizonte si no consigue antes relacionarse amorosamente con los que lo rodean

Estoy seguro de que es responsabilidad de todos empezar a dejar de lado el maltrato cotidiano a que nos sometemos mutuamente. Es hora de crecer en el respeto a los demás, y esto implica no hacer pagar a otros el precio de mi frustración o mi fastidio.

Había una vez en un pueblo un peluquero que era famoso por su mal humor, su actitud agria y su pesimismo eran antológicos. Pero como era la única peluquería, todos en el pueblo eran sus clientes.

Un día uno de ellos le contaba ilusionado que se iba de vacaciones.

-¿A Italia? -preguntó el hombre dando un corte profundo en el pelo del cliente-. ¿Para qué va a ir a Italia? Todo viejo y lleno de polvo... y la gente... los del centro son antipáticos, los del norte son fríos como pescados y los del sur... mejor ni hablar de los del sur.

-Bueno, en realidad, lo cierto es que voy especialmente a Roma...

-¿A Roma? ¿Cómo se le ocurre? En Roma todo es complicado, nadie le presta atención, todo es una reliquia y no puede tocar nada, mirar nada, caminar por ningún lado...

-Es que me hace mucha ilusión ir al Vaticano, a ver al Papa antes de que...

-¿Ver al Papa? -contraatacó el peluquero-. ¿Usted sabe lo que es la plaza de San Pedro?

Cientos de miles de personas apiñadas mirando un edificio vetusto. De repente se abre una ventana y alguien le dice que ese puntito blanco que ni siquiera se ve, es el Papa... Por favor... viajar hasta allí para esa estupidez... ¡¡¡qué tontería!!!

Tres meses después el cliente vuelve al sillón del barbero.

Éste le pregunta sarcástico:

-Y ¿qué tal?

El hombre bajando la cabeza le dice:

-La verdad es que de muchas maneras usted tenía razón... aunque con el Papa...

-¿Que? Un puntito blanco en una ventana...

-Sí, claro. Pero pasó algo increíble en la plaza. De pronto vemos que el Santo Padre desde la ventana parece señalar a la multitud. Que le cuento que, para sorpresa de todos, decide ese día caminar entre la gente. Se imagina la emoción, verlo de cerca. Tanto más cuando sale y me doy cuenta de que camina hacia el lugar de la plaza donde estoy yo...

-¡No me diga! -dice el peluquero, con una mueca de fastidio.

-Sí... Y eso no es todo... -sigue el cliente emocionado-, imagínese mi sorpresa cuando veo que el Papa, en persona, se detiene frente a mí.

-¿Y? -pregunta el barbero.

-Lógicamente, yo me arrodillé... Fue entonces cuando el Santo Padre me acarició la cabeza y me dijo algo que nunca olvidaré...

-¿Qué le dijo el Papa? -preguntó el peluquero.

-Me dijo... ¿Quién es el animal que te corta el pelo?

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