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Reportaje:CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Wenders retrata la pobreza de EE UU

El cineasta alemán presentará en el Festival de Venecia 'The land of plenty', una dura mirada a las contradicciones de la sociedad más opulenta del mundo.

Andrea Rizzi

Rabia, admiración, tristeza, respeto, disgusto: entre la pluralidad de sentimientos que la sociedad estadounidense y la política de sus actuales gobernantes despiertan en todo el mundo no figura la indiferencia. Los europeos en particular -políticos, intelectuales, ciudadanos- miran con atención hacia el otro lado del océano, hacia ese país que se ha convertido, para bien y para mal, en un punto de referencia insoslayable. Miran y opinan.

Eso es The land of plenty, la película que Wim Wenders (Düsseldorf, 1945) presentará dentro de pocos días en el Festival de Venecia: una dura mirada que explora las entrañas de los Estados Unidos de George W. Bush. Una mirada política que ilumina los rincones más oscuros y olvidados de la tierra de las luces y de la abundancia, una crítica apasionada de una sociedad egoísta y desequilibrada.

En varias ocasiones el director alemán ha declarado que se trata de su película "más política". "En los Estados Unidos, la opinión pública está muy poco informada de lo que pasa, no sólo en el resto del mundo, sino también en el barrio de al lado. No falta la libertad de expresión, pero sí falta gente que la utilice. Y eso favorece la propaganda filo-gubernamental. Como cineasta, lo que podía hacer era ofrecer un punto de vista diferente, en particular sobre la pobreza, un problema gravísimo en Estados Unidos del que -sorprendentemente- nadie habla".

El título original de la obra era Angst and alienation in America. Angustia y alienación en un país embarcado en la superación de los traumáticos episodios del 11-S, atravesado por miedos, intolerancias, perjuicios y patriotismos dogmáticos que no admiten ninguna crítica. Luego Wenders decidió cambiar, utilizando el título de una canción de Leonard Cohen: The land of plenty, la tierra de la abundancia. Pero la sustancia de su obra sigue siendo la misma: un grito crítico hacia la sociedad estadounidense y sus contradicciones, hacia la política de sus gobernantes, hacia la tierra que representa la abundancia para algunos y el abandono para otros.

The land of plenty fue rodada en 16 días en el downtown de Los Ángeles. El director, que considera que la ciudad californiana es "la capital estadounidense del hambre", descubrió el downtown trabajando en la película escrita por Bono, de U2, The millon dollar hotel. El contraste entre la decadencia del distrito y la luminosa riqueza del barrio financiero o del propio Hollywood, convierte al downtown en un escenario simbólicamente poderoso. Y la película fue rodada como una inmersión total en las calles, sin parar el tráfico -la vida-, para producir una obra que no es un documental, pero que vibra con las emociones y los colores de la realidad. Tecnología digital, bajo presupuesto, ninguna estrella y una plantilla muy comprometida (todos trabajaron cobrando el mínimo salarial). The land of plenty es un filme querido, directo.

Wenders considera el largometraje como un arco iris emotivo que va desde la tristeza a la rabia que desencadena el ver sectores enteros de una población que se desploman sin ninguna red de protección social y sin esperanza de que las cosas puedan cambiar. Para el director de la Mostra de Venecia, Marco Müller, The land of plenty "no es sólo una película anti-Bush, estilo Michael Moore. Es una reflexión metafísica sobre los EE UU de hoy, por el sentido de los espacios, por lo desolador de los panoramas y por la ulceración de las almas", según dijo durante la presentación del festival.

La actriz Michelle Williams, en <i>The land of plenty,</i><b> </b>de Wim Wenders. 

/ DONATA WENDERS
La actriz Michelle Williams, en The land of plenty, de Wim Wenders. / DONATA WENDERS

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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