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Reportaje:CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Nueva York encabeza el furor Anti-Bush

Del 30 de agosto al 2 de septiembre, la gran ciudad acogerá la Convención Republicana y a su líder. Los 125 eventos que conforman el Imagine Festival of Arts, Issues and Ideas son la respuesta crítica de los artistas e intelectuales al presidente de EE UU.

Nueva York se ha erigido en el escaparate cultural de la disidencia política en Estados Unidos. En un país absolutamente dividido ante las próximas elecciones, la urbe más progresista acogerá desde el próximo 30 de agosto y hasta el 2 de septiembre la mayor reunión posible de políticos conservadores: la Convención Republicana, en la que Bush será coronado oficialmente candidato de ese partido a la presidencia. Por eso los neoyorquinos, fieles a su tradición cultural y conscientes de que todos los ojos del planeta apuntarán hacia ellos, han aprovechado para centralizar en torno a esas fechas -y a calentar motores desde principios de este mes- no sólo protestas masivas sino festivales de toda índole.

"La indignación contra Bush es muy superior a la que provocaron la guerra de Vietnam o Ronald Reagan"

El mayor de todos será el Imagine Festival of Arts, Issues and Ideas, que con 125 eventos distribuidos por toda la ciudad pretende "informar, inspirar y provocar cambios a través de la discusión de nuestros valores, nuestros deseos y nuestro futuro. Invitar a los artistas a expresarse es una de las mejores maneras de unir a los ciudadanos", según explicó a este diario Chris Wangro, uno de los organizadores.

Cargado de armas para la reflexión masiva, el Imagine Festival convocará a músicos de la talla de Lou Reed y Moby, y a cineastas como John Sayles, que presentará un avance de Silver City, su esperada sátira política inspirada en la dinastía Bush. También habrá documentales sobre el robo de las elecciones del 2000, incluido uno de Spike Lee, y hasta Robert Altman participará revisitando su película sobre Nixon Secret Honor. La actriz Marisa Tomei recitará la siempre actual Electra, de Sófocles, mientras que Alec Baldwin, Katheleen Turner y hasta la octogenaria Lauren Bacall se reunirán para leer en público la Constitución estadounidense en un acto en su defensa.

Clásicos del teatro contemporáneo como Eric Bentley reivindicarán la libertad de expresión a través de Are you now or have you ever been? (¿Lo es en la actualidad o lo ha sido alguna vez?), cuyos diálogos proceden de los interrogatorios reales que el Comité de Actividades Antiamericanas llevó a cabo en los años cincuenta contra artistas de izquierdas. Los autores Tony Kushner o Eve Ensler también organizarán veladas de teatro reivindicativo, aunque en los escenarios neoyorquinos la protesta lleve ya instalada todo el verano. Esta semana se ha estrenado John Walker: The musical, una ácida parodia de la manipulación que hizo el Gobierno de Bush de la detención del estadounidense homónimo que se había pasado al bando de los talibanes y con la que Jean Strong y John McClosky aspiran "no sólo a criticar a Bush sino a todo el sistema político y mediático americano". También se ha estrenado la comedia I am going to kill the president, a la que sólo se puede asistir previa reserva en un contestador que advierte con ironía que el FBI le puede poner en su lista negra por ir a verla. La obra Guantánamo está a punto de aterrizar procedente de los escenarios londinenses, y durante la semana de la Convención Republicana coincidirán en escena al menos una veintena de piezas de corte similar.

También habrá exposiciones "por el cambio", y locales como el Bowery Poetry Club estarán abiertos las 24 horas del día al recital poético y político. Incluso premios Nobel como el economista Joseph Stiglitz pondrán su talento al servicio de una única causa: convencer a los estadounidenses de que no reelijan al presidente Bush.

No es una novedad que la cultura tome partido en periodo electoral. Pero sí lo es que lo haga de forma masiva, abiertamente y sin miedo, después de haber permanecido instalada en un alarmante silencio durante tres años. La respuesta del presidente Bush a los atentados del 11-S incluyó una consigna -el que critica al Gobierno es un antipatriota- que fue acatada por muchos artistas estadounidenses. Tras la invasión de Irak, las voces de los más atrevidos, "sospechosos habituales" de la protesta, como el cineasta Michael Moore, el escritor Paul Auster o los actores Sean Penn y Tim Robbins, comenzaron a reivindicar poco a poco la palabra "patriota", aunque ha sido la proximidad de las elecciones presidenciales de noviembre la que ha provocado que todos los sectores de la cultura intenten dar un nuevo sentido al término y se movilicen a la vez a favor de John Kerry.

"Hay muchos escritores a la izquierda del partido demócrata. Pero la situación de emergencia nacional ha hecho que actuemos como adultos y nos impliquemos activamente en el proceso político en lugar de limitarnos a votar por Ralph Nader o un candidato independiente", explicaba recientemente el escritor Jonathan Franzen, cuyo gremio es uno de los más activos en la denuncia de los abusos de poder contra las libertades civiles perpetrados por la Administración de Bush en nombre de la seguridad.

Su colega Jonathan Safran Foer ha sido el impulsor del recién editado El futuro diccionario de América, una obra colectiva firmada por 200 autores como Stephen King o Salman Rushdie que se han imaginado un mar de palabras para un utópico mundo futuro del que habrían desaparecido el hambre, las injusticias y Bush.

Para historiadores como Howard Zinn, "la indignación contra Bush es muy superior a la que provocó la guerra de Vietnam o Reagan, pero está justificada por el robo de las elecciones, dos guerras en tres años y los intentos de intimidar a los ciudadanos a través del Patriot act". Mark Miller, especialista en comunicación de la New York University, que también participará en el Imagine Festival, afirma: "La prensa estadounidense está vendida al poder, pero ya no podía seguir silenciando el furor anti-Bush que hoy encabeza la cultura".

Lo cierto es que sería difícil ignorar llamadas como la de Bruce Springsteen, REM y otra veintena de grupos musicales que saldrán de gira en octubre bajo el eslogan Vota por el cambio -lo que ha provocado que un senador haya pagado un anuncio llamando al boicoteo de The Boss-, o los esfuerzos de decenas de cantantes como Ani di Franco, Beastie Boys, Yoko Ono, Missy Elliott, Eric Clapton, y hasta Backstreetboys, que o se han embarcado en grabaciones individuales y colectivas en contra del presidente o cantan a favor de que, al menos, la gente se conciencie y acuda a las urnas.

Un escaparate del Soho con camisetas a favor de Kerry.
Un escaparate del Soho con camisetas a favor de Kerry.

Flores y camisetas contra el presidente

Floristerías en el East Village que esconden sus orquídeas detrás de unas vitrinas empapeladas de propaganda anti Bush. Boutiques del Soho en las que junto a vestidos glamourosos de 1.000 dólares, cuelgan camisetas con el eslogan Mejor karma, vota Kerry. Diseñadores de renombre mundial como Marc Jacobs que en pleno West Village sorprenden al paseante decorando sus vitrinas con barajas de cartas que se mofan de la Administración de Bush. Y hasta sex shops del Lower East Side exhiben en sus discretos escaparates frases como The only bush that I trust is my own ("el único 'arbusto' en el que confío es en el mío").

A menos de tres meses de las elecciones, y en medio de la indignación general ante la decisión del alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, de 'exiliar' a la periferia de la ciudad las protestas contra la Convención Republicana, la Gran Manzana exuda política por todos sus poros. "A mí no me sorprende que en Revolution Books hayan vendido más de mil camisetas con el eslogan Terrorista internacional bajo el rostro de Bush. ¡Es lo normal, es una librería comunista! Pero que en una floristería hagan campaña es increíble. ¡Les felicito!". Rustin Wright es un publicista treintañero que quiere estrechar la mano al dueño de Grotto Floral Design "por atreverse a decir lo que piensa". Pero Gary Grotto se ha limitado a seguir los impulsos dictados por "mi tremendo cabreo contra esta Administración", algo que parece común entre los comerciantes neoyorquinos.

La boutique Janet Russo no es precisamente una tienda alternativa. Es más bien pija, en el Soho, pero ahí están, desde abril, ocupando media vitrina, las camisetas Mejor karma, vota a Kerry, a 30 dólares cada una. "Las elecciones las controla la prensa y la imagen. Por eso pensé que lanzar un mensaje positivo que hiciera parecer a Kerry más cool podía ser útil", explica Rebecca, gerente de la tienda, donde se venden hasta 20 al día. La imagen se repite en muchos escaparates de la zona, donde tener colgada una camiseta que dice Bush no o Fuera Bush parece ser la última moda de Nueva York.-

B. C.

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