Moscú se viste de vanguardia con una invasión de rascacielos
La construcción de inmensas torres en la capital rusa roza el delirio. Obras de Ekster, Kandinski, Malévich, Popova y Rodchenko inspiran cinco edificios de oficinas que integran un plan por el cual se levantarán 200 rascacielos, algunos de 115 plantas.
Moscú está cambiando su fisonomía rápidamente y se está convirtiendo en una ciudad de rascacielos. Pero éstos, con sus numerosos inquilinos, difícilmente pueden ser considerados edificios de élite. Las constructoras ahora quieren atraer a los más ricos, y para ello proponen diversos proyectos elitistas, entre los que destaca el complejo de las cinco torres que llevan los nombres de grandes pintores de la vanguardia rusa de principios del siglo XX. Los elegidos son Alexandra Ekster, Vasili Kandinski, Kazimir Malévich, Liubov Popova y Alexandr Rodchenko.
Las torres tienen entre 10 y 17 plantas, y cada una de ellas está basada en un cuadro de los famosos artistas. Así, la Torre Kandinski se inspira en el cuadro Amarillo, rojo, azul; la de Malévich, en Blanco sobre blanco; la de Popova, en Arquitectónica pintoresca con tres líneas; la de Rodchenko, en Construcción lineal, y la de Ekster, en el boceto del traje de Salomea.
La ciudad puede alardear ya de tener el edificio de viviendas más alto de Europa, el Triumph-Palace, de 264,1 metros
Capital Group es la firma que construirá el complejo multifuncional de las cinco torres en el centro de Moscú e invertirá cerca de 150 millones de euros. El complejo tendrá una galería de arte moderno, un gimnasio, café, restaurantes y tiendas, además de 5.000 metros cuadrados de oficinas. Para realizar el ambicioso proyecto, Capital Group invitó a Eric van Egeraat, conocido por haber diseñado, entre otros edificios, el National Film Theatre del Instituto de Cine Británico.
Las autoridades moscovitas han dado ya su apoyo al proyecto. "Históricamente, la arquitectura de Moscú es una mezcla de estilos que permite los contrastes y que absorberá fácilmente esta nueva adición", ha señalado Alexandr Kuzmin, el arquitecto jefe de la capital rusa. Originalmente pensado para quedar fuera de las grandes arterias, ahora, por deseo expreso del alcalde Yuri Luzhkov, se está buscando otro sitio en el que el complejo no quede tan escondido. "El complejo no debe perder su atractivo para los turistas, debe incluirse en las rutas turísticas y por eso necesita un lugar más abierto que el originalmente elegido", explicó el vicealcalde Iósif Ordzhonikidze.
Van Egeraat (Amsterdam, 1956) considera que "por cuanto la concepción arquitectónica está basada en las obras de los pintores de la vanguardia rusa" sería conveniente que el complejo se alzara "cerca del edificio de la Nueva Tretiakov" -especie de museo de arte moderno ruso- y del Parque de las Artes. El mínimo de apartamentos -18- lo tendrá la Torre Malévich, y el máximo -31- la Rodchenko. El precio del metro cuadrado comenzará en los 8.000 euros.
En la exposición que el Museo de Arte Moderno de Nueva York dedica estos días a los rascacielos no figura ninguno ruso, pero entre los 25 seleccionados hay, por ejemplo, cuatro chinos. Moscú confía en que si la muestra se repite en algunos años, sus rascacielos estarán presentes sin falta. Por de pronto, ya puede vanagloriarse de poseer el edificio de viviendas más alto de Europa. Se trata del Triumph-Palace, construido por la compañía Dom-Stroi e inspirado en los de Stalin, con 264,1 metros de alto y 962 apartamentos. El estilo neostalinista se está poniendo de moda: lo reconocenos también en la Torre Paveletsky, en Vensky Don y otros edificios, lo que ha despertado las críticas de muchos arquitectos, que las consideran simples "copias baratas" de los siete rascacielos construidos a fines de la decáda de 1940 y principos de la de 1950. Para justificar la nueva tendencia, la portavoz de Dom Stroi, Yekaterina Vertiachij, explica que los rascacielos estalinianos, lejos de asociarse con el régimen totalitario soviético, sólo despiertan emociones positivas: "A los moscovitas les encantan, se han convertido en símbolos de la capital, son ellos los que la hacen diferente a otras ciudades".
El plan de Moscú contempla ahora la construcción de unos 200 edificios de entre 30 y 115 pisos. En este maratón de rascacielos también participarán firmas extranjeras. Así, la norteamericana Frank Williams & Partners Architects LLP ha creado junto con la rusa Mosproyect-2 una empresa mixta -International Subscrapers Corporation-, que construirá en una primera etapa edificios de 40 a 60 pisos en lo que se llama el nuevo anillo moscovita.
Paralelamente a la invasión de rascacielos, desaparecen edificios emblemáticos de la época soviética en el centro de Moscú. Se trata ante todo de hoteles: al Inturist le siguió el Moscú, y ahora le ha llegado el turno al Rossía. Este hotel, junto a la plaza Roja, con 2.717 habitaciones, será demolido en los próximos meses para reemplazarlo por un cinco estrellas y un complejo de tiendas destinadas a los turistas. Nadie lamenta la desaparición de monstruos como el Inturist o el Rossía, pero sí la de otros edificios, como las famosas grandes tiendas Voientorg o la casa del poeta Arseni Tarkovski, en la que nació el gran director de cine Andréi Tarkovski.
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