11 de septiembre de 2001
Aquel 11 de septiembre, la vida de Àngels cambió para siempre jamás. Pero no a causa de los ataques terroristas a las Torres Gemelas, al Pentágono y demás. Nada de eso. Aquello apenas hizo mella en ella porque estaba demasiado ocupada en asumir la muerte de su marido. En ese fatídico día, Àngels vio como, después de 30 años de matrimonio, desaparecía la persona con la que compartía los días. Y recuerda que algunas de esas jornadas eran muy negras. Él padecía demencia y ella sufría malos tratos. Lo iba a buscar por los bares y trataba de llevárselo a casa. "Y todo esto, aguantando como podía, porque yo trabajaba en un mercado, en una carnicería, y no vas a irle a las clientas con tus problemas en casa", dice. Desde que todo acabó para su esposo, ella va al psicólogo. Al principio se sumió en una profunda depresión: "Estaba ligada a él, era dependiente en todo". Pero ahora ya no. Ahora se siente "feliz" y, a pesar de estar jubilada, se levanta todos los días a las seis de la mañana porque tiene "muchas cosas que hacer".
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