Triste y definitivo adiós
Arantxa Sánchez se despide del tenis tras caer a la primera en dobles
Las lágrimas se le escaparon en la primera despedida, y ayer en la segunda y definitiva las dejó en el vestuario. "No he llorado", afirmó, a pesar de que sus ojos parecían indicar otra cosa. Sin embargo, estaba triste. Arantxa Sánchez Vicario, de 32 años, anunció su adiós definitivo al tenis ayer en Atenas, después de que el Comité Olímpico Español le negara el honor solicitado de ser la abanderada, y de perder en la primera ronda del torneo de dobles, junto a Anabel Medina. Tenía motivos para sentirse decepcionada. Y confesó que lo estaba. Pero incluso en un momento de tanta trascendencia, surgió su espíritu indomable y se quedó con el único aspecto positivo de su última y rocambolesca historia. "He jugado mis quintos Juegos y volvería a repetirlo", confesó.
Cuando en diciembre de 2002, tras una dolorosa derrota en la Copa Federación, decidió abandonar el tenis, Arantxa colgó la raqueta y estuvo varios meses sin pisar una pista. "Ya he tenido bastante", confesó entonces. "Ahora quiero disfrutar de la vida, de todas aquellas cosas a las que siempre tuve que renunciar". Y lo hizo. Entonces ni se imaginaba que volvería a sacar la raqueta del armario y que sentiría de nuevo la presión de ganar. La idea se le ocurrió a principios de este mismo año, cuando todo el movimiento olímpico español estaba en marcha. "Quiero ser la abanderada. Me hace mucha ilusión", dijo. Y sin pensárselo dos veces retomó el arma que le había llevado a la gloria y pisó de nuevo la arena.
Ya le habían confirmado que podría jugar en Atenas y había disputado varios torneos con Anabel Medina, cuando el COE le asestó el primer golpe: la abanderada sería la yudoca Isabel Fernández. Arantxa se quedó entonces con una segunda lectura: la de convertirse en la única atleta española que ha estado en cinco citas olímpicas. Sin embargo, no está claro que esta brillante efemérides la compensase del dolor que ayer debió sentir. No ya sólo por perder en la primera ronda, sino también porque en muchos momentos del partido frente a las argentinas Paola Suárez -número uno del mundo de dobles junto a Virginia Ruano- y Patricia Tarabini tuvo la victoria en la mano y acabó cayendo por 6-7, (6-8), 7-5 y 6-2. "Hemos desaprovechado muchas ocasiones", indicó Arantxa, recordando que tras anotarse la primera manga habían dominado la segunda por 4-2, desperdiciado dos bolas para el 5-3 y sacado para ganar el partido con 5-4 a favor. "Me voy con la cabeza bien alta, porque lo he dado todo. Tuvimos contra las cuerdas a una de las mejores parejas del mundo". Para una campeona como Arantxa, que no sólo tiene cuatro títulos del Grand Slam (tres Roland Garros y un Open de EEUU), y cuyo palmarés está adornado además con cinco copas Federación y el liderato del tenis mundial en individuales y dobles, eso no basta.
Volvió a sentir la presión, a recuperar sensaciones abandonadas. Y no le debió gustar. "Lo dejo", dijo. "No volveré a competir. Disputaré sólo dos torneos del circuito con Kuznetsona, porque no tiene doble y quiere jugar en Bali y Pekín, pero más por amistad que por otra cosa. Éste es el final de mi carrera".
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