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El Fórum de Maruja | HUMOR
Columna
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La vuelta de Acebes despechado

Qué duro naufragar y tener que comerte y beberte a los de al lado, incluso a los de tu propia sangre. Aparta, aparta estos malos pensamientos, dedícate a hojear las revistas del corazón, mientras te sube por la sangre el brent, me digo. Esta semana, ni se les ocurra imitarme, añado. Hombre, en cierto modo las fotos de los ¡Aggggggsagggg! en Cerdeña, que publica el Diezmi, con la pareja en trance de agitar amorosamente al primer rorro de la Dinastía Fórmula 1 (el padre es un adalid muy conectado con los jefes de esta competición), bajo la bandera británica que orna el yate que les acoge, tienen su asunto. Y la entrevista con Carmen Martínez-Bordiú durante su visita a Siria-Líbano, que sale en el ¡Hola!, contiene una profunda reflexión suya, hecha mientras lucía pañuelo en cabeza, en Siria (no sé por qué: es un país donde las mujeres circulan libremente vestidas de occidentales; esperemos que pronto EE UU, como ha hecho en Irak, les devuelva el rosario de su madre y el velo de su abuela y se quede con todo lo demás). Dice la nieta del generalísimo-ísimo-ísimo, más o menos, que donde fueres haz lo que vieres. Y aprovecha para lanzar un llamamiento, o claim, para que los inmigrantes musulmanes que vienen a España hagan lo propio. Cosa más coherente no puede pedirse. Porque mientras vivió en el palacio de El Pardo ella hizo lo que vio que hacía el resto de su familia.

Yo misma, que no soy pepera pero podría ser pepona, me estremecí cuando el señor Acebes dijo que el "Gobierno actual no pone orden"

Los de Mónaco son otra cosa, insisto. Son una familia real en descomposición, pese a la comodidad del hábitat. Me pregunto -retóricamente, claro- si es Estefanía el nuevo Mesías de la Realeza Europea, la Expiadora cuyas lacras salen a la plaza pública, lava los pecados del mundo cometidos por los Carlos, las Camilas, los mariquitas que se casaron con voluminosas princesas herederas y otras triquiñuelas que la Sangre Azul nunca (o never) admite, salvo intermediación de Santa Di. ¿Sería, pues, el lecho de Estefanía -tan abierto a profesiones itinerantes, tan circense ella-, su Monte de los Olivos o, mejor aún, su Goldgotha? ¿Cierra su aventura con el crupier, de algún modo, la historia del Principado, nacido en torno a un casino? Oh. A veces, tanta cultura popular me abruma.

Pero la familia en general pesa mucho, tanto que la toma de una serie de medidas al respecto presidió el retorno de Ángel Acebes ante los periodistas, para hablar del próximo Congreso del Partido Popular. Lucía el ex ministro del Interior -llegada aquí debo reconocer que mi Edipo con un padre rudo está devastándome- un aspecto francamente distendido dentro de su Orden o Legión-de despechado, se había desabrochado un Botón de la Camisa, lo cual me puso el brent por las nubes y me recordó a Jean Simmons haciendo de heroína del Ejército de Salvación borracha en Ellos y ellas. Se ha dejado crecer el pelo un centímetro y está bronceadillo. A juzgar por la forma en que le miraba el ex ministro Michavila, no ando desencaminada si afirmo que Este Hombre puede desbancar a don Mariano Rajoy -cuyo aspecto de conserje de hotel de lujo no tiene remedio- en la lista de éxitos para peponas peperas.

Yo misma, que no soy pepera pero podría ser pepona, me estremecí cuando el señor Acebes dijo que el "Gobierno actual no pone orden". Porque una cosa es que te lo diga un tío con cara de sepia que llega al final de la legislatura inflado de tanto mentir -"lo cierto y verdad", que dijo él, oponiendo el doblete al dúo conceptual anterior, "erróneo y equivocado", con que calificó el trabajo de los socialistas- y otra es que se te aparezca este Bien de Dios armado hasta los dientes con una sonrisa de descanso y un cutis aterciopelado.

"Poner orden", dice el apóstol. Qué bien suena. Por fin, ha vuelto el Hombre de su descanso, y ha vuelto a lo de siempre. Porque los seres humanos, en momentos de crisis, regresamos a lo esencial, como los náufragos dominicanos. Carne humana y leche materna.

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