"Espero que todas las mujeres se vean representadas en mí"
Isabel Fernández disfruta y asume la presión de ser la abanderada española
Isabel Fernández, la yudoca que hoy encabezará la delegación española en el desfile de la fiesta inaugural de los Juegos, en el estadio olímpico de Atenas, asume que siente la "presión", pero sonríe casi permanentemente. Disfruta. Hoy cargará con la bandera española, con las expectativas que ha generado su trayectoria infalible (un oro y un bronce en la solapa), y con la condición de ser la primera deportista abanderada de su país después de la Infanta Cristina en Seúl, en 1988.
"Pienso que esta presión es un gran premio y una motivación más para estar ahí", dice. Ayer por la noche, en la inauguración de la Casa de España en Atenas, Isabel se encontró con Javier Alonso, su marido y su entrenador, que llegó para acompañarla. Hoy le enseñarán el protocolo. "Aún no me han enseñado nada", decía ayer; "nos han citado a las cuatro de la tarde y supongo que ahí me darán la bandera, el cinto, y me dirán el paso que tengo que llevar. Tampoco creo que sea una cosa muy difícil ¿no? A un paso normal. Si me acelero o me freno, detrás tengo la delegación del COE
[Comité Olímpico Español] y alguien me dirá cómo ir. Lo sé porque otras veces fue así. Recuerdo que en Sidney o en Atlanta íbamos entre las primeras y dijimos: "¡Vamos a acercarnos al abanderado!". Y nos dijeron: "¡No! ¡Para atrás! ¡No podéis pasar al abanderado!".
Isabel sucederá como abanderada a la Infanta Cristina, al Príncipe Felipe, a Doreste y a Estiarte, los cuatro últimos. Se siente emocionada. "Estoy muy contenta porque represento al deporte femenino y a la mujer sobre todo", dice; "porque espero que en mí se vean todas representadas".
A los 32 años, Isabel Fernández es triple campeona de Europa y campeona olímpica en la categoría de 57 kilos. Se trata de un modelo de mujer forjada a sí misma; sin referencias anteriores, sin una tradición deportiva a la que aferrarse. "Siempre que me preguntan cuál era mi referente, digo Indurain porque me parece una persona genial. Yo soy de las primeras deportistas mujeres que han empezado a darse a conocer mucho. Nunca me he mirado en el espejo de nadie".
El próximo lunes, Isabel competirá por su tercera medalla olímpica después del bronce en Atlanta y el oro en Sidney en la categoría de 57 kilos, o peso ligero. Lo hará en una jornada de combates, desde las nueve de la mañana hasta las cuatro de la tarde en caso de llegar a la final. Es de presumir que cuando pise el tatami se habrá sacudido todas las presiones y afrontará su destino como lo viene haciendo hasta ahora. Como se la ve cada día en los entrenamientos, o en las calles de la Villa Olímpica de Atenas, con el gesto ancho de una mujer feliz.
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