_
_
_
_
_
Crítica:BALLET ECUESTRE ANDALUZ | CULTURA Y ESPECTÁCULOS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Danza de caballos en San Roque

La Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre es un bien patrimonial que no se prodiga y raramente podemos calibrarle en todo su esplendor y calidad. Tampoco se dice demasiado de su relación con la prácticamente perdida tradición del ballet ecuestre español, de cuya impronta es testigo y superviviente este espectáculo de hoy, con conexiones más que claras y evidentes con su otro gran competidor del género: la Escuela de Viena.

En el espléndido espacio abierto del San Roque Club, y bajo el paraguas de los actos benéficos de la Copa Asprey 2004 (donde todo lo recaudado irá a parar a instituciones benéficas como Apoyo Positivo y Nuevo Futuro), este colofón mostró esa conjunción entre la nobleza rítmica del animal y el no menos noble ejercicio de la doma con intención coreográfica. Fueron diez caballos y diez jinetes que en sus distintas evoluciones desgranaron un verdadero catálogo de movimientos y estilos.

El jinete se vuelve en este caso acompañante, y el protagonista de la danza es el que tiene cuatro patas

La primera modalidad, llamada vaquera, muestra un tejido más rústico, mientras el resto de los números se hacían más sofisticados y entendían del acople con la música siempre sobre el golpe terciario del vals vienés.

El único elemento discordante resultaba la utilización de un narrador que con un lenguaje arcaico remarcaba cosas que el espectador veía y disfrutaba sin necesidad de aquella machacona voz en off.

Hay que citar también la exquisitez de los vestuarios de los jinetes, que retoma tradiciones dieciochescas que se expresan desde el bordado de las chaquetillas hasta las dimensiones de los capites.

Como elemento escenográfico del espectáculo de los caballos aparecía acotado un gran rectángulo al aire libre que se corresponde estrictamente con el perímetro tradicional cubierto donde los caballos practican y son entrenados; este recurso es lo único que garantiza la estricta matemática de las evoluciones y los desplazamientos son recurridos con exactitud, de otra manera los animales no serían capaces de controlar sus evoluciones de ida y regreso.

El ritmo de la música y las cuentas de su compás son los apoyos sobre los que el entrenador dibuja algo que sin duda puede ser calificado de coreografía. El jinete se vuelve en este caso acompañante y el verdadero protagonista de la danza es el que tiene cuatro patas.

El resto de las actividades ecuestres demuestra el buen estado de salud tanto de la competición española como de la cría de las bestias. El otro colofón artístico lo puso el espectáculo de música, canto y coreografía del conjunto cordobés de Chapi Pineda, en el que se unían con un sentido moderno sin descuidar la tradición andaluza el canto clásico, la guitarra y el baile en sus variantes más serias.

Puede inscribirse la obra de Pineda dentro de los espectáculos contemporáneos multidisciplinares que usan del flamenco como algo abierto al intercambio, la fusión e incluso la manipulación estilística; es precisamente de Córdoba de donde han salido una serie de figuras que, aun controlando estrictamente el trabajo coreográfico y vocal de su tradición flamenca, se han atrevido a la incursión ecléctica, siempre mucho más llena de riesgos, y pensemos en Joaquín Cortés o Javier Latorre.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_