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Entrevista:JOSÉ RAMÓN DE LA MORENA | PERIODISTA, DIRECTOR DE 'EL LARGUERO' | ENTREVISTA | COMUNICADORES

"El fútbol es una venta de ilusión"

José Ramón de la Morena, en la finca de Brunete que decora sus sueños de agricultor. Para las fotos pide el tractor y se hace unos surcos, haciendo sufrir largamente a los que le contemplan.

Pregunta. ¿Cómo llegó usted a esto?

Respuesta. Con dificultades, la verdad. Mi padre, que era secretario de Ayuntamiento, quería que hiciese las oposiciones a juez e incluso estaba dispuesto a que fuera guardia civil antes que periodista. Al final tuve que comenzar Derecho para que me dejara probar con el periodismo. Luego se produjo un milagro: que pasara la prueba de acceso a Ciencias de la Información. ¡Con el examen que hice! Una traducción de Le Figaro de la que todavía me acuerdo. Después del examen me vine para las fiestas de Brunete, desmoralizado, y aún recuerdo a mi primo, que era el listo de la familia, diciéndole a mi padre: tranquilo que éste sigue en Derecho. Pero pasé. El milagro. O que se equivocaron.

"Me mandó que le bajara la maleta, y hay otra foto en la que se me ve llevando la maleta por el pasillo. Lástima que era la última del carrete y García está velado"
"Creo que lo principal ha sido normalizar el lenguaje deportivo. Descodificarlo, como si dijéramos. No usar demasiado tecnicismos, olvidar el argot"

P. Ya quería hacer radio

R. No, lo que yo he querido siempre es escribir. De hecho empecé con una revista, aquí en Brunete. Una revista que se llamaba Nosotros y Nuestras Cosas. Un poco antes de morir Franco. Hubo problemas tremendos.

P. ¿Tremendos?

R. Hombre, Brunete siempre ha sido un pueblo... ahora menos...

P. Como su nombre indica

R. Un pueblo muy de derechas. Y muy marcado por la batalla célebre. Aquí, a poco que escarbes te sale un esqueleto. Hace poco encontraron uno en unas obras. Estaba con las cartucheras y todo. Me parece que llamaron al Tío Enrique, uno del pueblo, vino y le dio con la garrotita y dijo: "Afortunadamente, no era de los nuestros". La verdad es que aquí ha quedado la memoria de bastantes tragedias. Aquí entró la brigada de El Campesino y la gente mayor no huyó, confiada en que nada les pasaría, y les pasó. Las venganzas. El pastor que entra y dice: pues yo trabajaba para ése y me hizo tal y tal putada, a por él. Y se los cargaron degollados. Esto se contó de padres a hijos. Fueron quince o veinte víctimas, pero dejaron mucho poso. Si luego le sumas los 60.000 muertos de la batalla...

P.

Nosotros y nuestras Cosas, dice que se llamaba la revista...

R. Eso es... Lo cierto es que en la revista íbamos de kamikazes. Muy izquierdistas éramos. Yo, por ejemplo, escribí incluso un artículo sobre Marx y Hegel. La clásica historia del chaval de COU, o de primero de Derecho, que quiere ser más punta de lanza que lanza. Y, bueno, me creó bastantes problemas

P. ¿Qué problemas?

R. Ufff... cuando llegaron las primeras elecciones democráticas tenías unas presiones tremendas. Con lo que escribías, con lo que decías... Es que no quiero ni acordarme. Fue muy desagradable.

P. ¿Y el deporte?

R. Fue lo que más me interesó desde siempre. Pero el periodismo deportivo me parecía demasiado estrella. No me veía. Yo pensaba que mi oportunidad sería hacer periodismo de los pueblos. Y en cuanto a los sueños, no pasaban de entrar a trabajar en el diario As, hacer entrevistas a Gárate, vestuarios, esas cosas inalcanzables.

P. ¿Y la radio?

R. Otro sueño lejano. En la facultad formamos un grupo de trabajo y nos dedicamos a hacer guiones. Hasta que encontré trabajo en una radio, en Radio Intercontinental. Leía los teletipos de las noticias cada hora. Entre mis trabajos más célebres destaca uno. Me pasaron un teletipo y lo leí tal cual venía: "El SAR Juan Carlos Primero". Me sonaba lo de SA... Por el de Persia. Cuando salí del locutorio se echaron las manos a la cabeza. ¿Pero qué has dicho, desgraciado? Pues el SAR. ¿Y qué es el SAR? Ah, pues no sé. ¿El Rey, no? ¡Su Alteza Real, desgraciado! Al día siguiente nos mandaron llamar a un compañero y a mí. Me veía en la calle. Entró primero el otro. Y salió llorando. Que me han echado, decía. Pero a ti..., ¡si tenían que echarme a mí! Lo echaron a él. Le dijeron que Serrano Suñer, que era el amo de la emisora, lo había escuchado y no le había gustado cómo hablaba.

P. ¿No tenía nada mejor que hacer Serrano Suñer?

R. Al menos eso le dijeron.

P. Usted trabajó con José María García.

R. Sí, claro. Yo recuerdo... Yo tengo una foto. De cuando lo echaron. La cosa ya venía de lejos, pero lo último fue el comentario sobre los directivos de entonces de la cadena SER. Dijo algo así que mientras él se jugaba la vida en los aviones sus directivos se pasaban los domingos en el cortijo. Eugenio Fontán, que era entonces el dueño, estaba aquel día en un cortijo de Sevilla. El lunes lo mandó llamar. Yo estaba allí mismo y vi cómo subía. Al rato García bajó gritando: "¡Me voy!". Mientras hacía las maletas, un compañero, Enrique Gozalo, sacó la cámara y dijo: "García, párate un momento que te voy a hacer una foto con el que te va a sustituir a ti". Decir eso entonces era como decir que mi hijo Javier será Induráin. Mi hijo, que no sabe montar en bicicleta. La foto muestra cómo le estoy haciendo la maleta a García. García con pelo. Y yo metiendo papeles, plumas, gemelos de oro. De vez en cuando me tiraba un llavero: "Toma, chaval". Aún guardo uno, de la Federación Madrileña de Boxeo. Me mandó que le bajara la maleta, y hay otra foto en la que se me ve llevándole la maleta por el pasillo. Lástima que era la última del carrete y García está velado.

P. Usted empieza en El Larguero cuando...

R. En el 89. En el 90 me echan y regreso en...

P. ¿Por qué le echan?

R. Buennno... Hay una norma no escrita en PRISA. No se debe contestar a las agresiones, porque más agresiones que sufre Cebrián no sufre nadie... y no se contesta. Yo dije que si empezaba un programa a la misma hora que García habría problemas. Me dijeron que nones, y que me atuviera a la norma. Insistí argumentando que el mundo del deporte era diferente. Que no me podían pedir atravesar el estrecho de Gibraltar con tiburones... y no dejarme siquiera un machete. A los veinte días empezaron los problemas. Empezó a llamarme paleto de Brunete. Concretamente, me acuerdo bien, dijo: "En todos los pueblos hay un tonto y en Brunete ya sabemos cuál es el tonto". A la noche siguiente le contesté. Sabía que podían echarme, pero le contesté. Me llamaron a capítulo en la radio y quisieron obligarme a pedirle disculpas. Pero logré evadirme. Una vez. A la segunda me largaron y estuve un año sin programa.

P. ¿Por qué dejó García de ser el primero en la información deportiva?

R. Por desgaste. No fue por mí, desde luego. Yo no me considero un innovador ni el abanderado de una nueva manera de hacer periodismo ni nada de eso.

P. ¿Que cambió usted?

R. Creo que lo principal fue normalizar el lenguaje deportivo. Descodificarlo, como si dijésemos. No usar demasiados tecnicismos, olvidar el argot para iniciados, hacerlo más accesible. Si quieres, más paleto... Para mí la palabra paleto no tiene el significado de cateto.

P. Ya, ya.

R. Paleto es criarse entre estos terrenos. Bueno, yo quise utilizar un lenguaje más normal, más para la gente .

P. No recuerdo que García fuese un intelectual.

R. No, claro, no, lo que yo digo es que tenía su propio código, su vocabulario. Chupóptero, correveidile, abrazafarolas, lametraserillos. ¡Veinticinco años nos habíamos pasado oyendo esto en la radio! También evité lo del cuatro-dos-cuatro, la defensa en zona, este tipo de cosas. Me parece que neutralicé un poco el lenguaje deportivo. Tenía muy claro que debía hacer esto y la SER también. A diferencia de García, tampoco utilicé el monólogo. García estaba siempre en un púlpito. El Larguero, por contra, siempre ha sido más colectivo. He procurado que hubiesen muchas opiniones.

P. Creo que usted fue presentado en su momento como una alternativa más lúdica, que rescataba el carácter de juego del deporte y lo trasladaba a la información. Un periodismo menos vinculado a la denuncia que...

R. Bueno, el periodismo de investigación está muy bien, es admirable. Pero se han producido muchas estafas con ese periodismo. Hay un caso modélico, que afecta precisamente a García, y que es el famoso caso del perrito de Porta. ¿Se acuerda?

P. Sí, el chófer que se ocupaba de las necesidades del perrito. Lo pasaron por televisión.

R. Ese reportaje lo hizo un periodista, Manolo Segura, que luego trabajó conmigo y que es amigo mío. La verdad es que compraron al chófer. La primera vez se les estropeó la filmación. Tuvieron que repetirla. Todo estaba untado y preparado. En fin, un periodismo más de trampa que de investigación. Ahora bien... Con García y sus métodos es como si nos preguntáramos si tuvo mérito El Cordobés. ¡Claro que lo tuvo! A mí me gustaba más El Viti. Pero tuvo mérito El Cordobés. Lo peor de García es la herencia que ha dejado.

P. ¿Cuál?

R. El culto a la demagogia. Y sobre todo el adjetivo como amenaza.

P. Sobre esto mismo. El otro día, en la SER, durante la retransmisión de un partido de la selección española, un comentarista dice que el jugador griego no tiene buena cara. Y el otro comentarista añade: "Por mí, como si se muere".

R. No he escuchado eso.

P. Quizá no sea textual, pero ése fue el sentido.

R. No lo he escuchado.

P. Fue en el España-Grecia. Lo contaba, y lo censuraba, Miravitllas, un columnista de El Periódico.

R. Ah, usted no lo escuchó.

P. No, no.

R. Es que entonces... Claro, ya es otra fuente. Habría que ver cómo fue dicho esto. A veces nos han adjudicado cosas que no hemos dicho. Yo tendría que escucharlo. Casi pondría la mano en el fuego que no fue así. No es la primera vez que nos adjudican cosas que no hemos dicho.

P. En fin, no tengo las pruebas.

R. No, es que... A lo mejor cabe entender la frase de otra manera; no sé, una broma del papel del forofo que hace el Poli Rincón, que dijera, a mí cómo si se muere. Una frase forofa... Pero vaya; habría que escucharla. No me creo que fuera asi de rotunda

P. Al margen de la frase, ¿cuál es el límite del forofismo?

R. Es delicado...

P. En la información deportiva, al menos en la española, parece que nadie se ve en la obligación de mostrarse objetivo.

R. La objetividad no existe.

P. Ya.

R. ... y menos en la información deportiva, que es pasión y sentimiento. Lo que existe es el intento de aproximarse a la objetividad. Y es que al final te metes en el cuarto de estar de la gente, y allí hay forofos y tratas de que te acepten.

P. ¿Y hay la obligación de ser cómo ellos?

R. Por lo menos... lo que quieres es no estorbar en ese salón. Y si te pones demasiado erudito te conviertes en alguien con corbata en una vendimia. Se trata de no desentonar. Quiero entender que es eso lo que se pretende. Pero hay un peligro, desde luego, en lo que usted dice. Y cada vez más. A medida que te vas identificando con el forofo puedes irle perdiendo el respeto al lenguaje, y cuando le pierdes el respeto al lenguaje el oyente te lo pierde a ti.

P. ¿Estamos ahí?

R. Estamos en un punto bastante peligroso.

P. ¿Y qué?

R. Respeto y educación.

P. Es un lugar común que el alarido del fútbol sustituye al de la guerra.

R. Yo no quiero verlo así. Yo lo veo como una fiesta y sobre todo como una pasión que debe unir a los pueblos. Pero desgraciadamente el aficionado es el gran esclavo del fútbol. Lo maltratan con el precio, con el desprecio, fuera, dentro... Y lo más grave: el aficionado no puede ir al fútbol tranquilo. Desde luego, yo a mi hijo no lo llevo al fútbol. Es un peligro ir al fútbol si quieres hacerlo en libertad y mostrando tus colores.

P. Y de este ambiente, ¿qué culpa tiene la información deportiva?

R. No tanta como puedan pensar algunos. Algunas veces la gente de una determinada élite cultural nos miran como diciendo: estáis destrozando el lenguaje, las conductas, estáis incitando a las masas... Vivimos en una sociedad jodidamente violenta, y en el momento en que se reúne una masa, indefectiblemente sale un determinado porcentaje de delincuentes. Aunque es verdad que quizá hayamos dado demasiada publicidad a los delincuentes de los campos de fútbol.

P. ¿Habla usted de eso con sus colaboradores?

R. Sí, aunque sabiendo que mi programa no va de ejercicios espirituales. Yo no catequizo a los aficionados. Yo hago un programa de deportes pensando, más que en el aficionado ultra, en el aficionado normal. Hay gente de psiquiatra y yo no lo soy. Psiquiatra.

P. En un programa reciente de la televisión catalana hicieron una selección de cortes de voz, de varias emisoras, de partidos del Real Madrid. Pusieron algunos del principio y algunos del final. Era chocante ver cómo ustedes se desmentían, sobre todo, a sí mismos.

R. Eso es normal. Estamos hablando de un equipo de fútbol. El deporte es la euforia, el optimismo, la ilusión del triunfo... Alfredo Relaño dice que un periódico deportivo vende sobre todo buenas noticias. Y tiene razón: "Perdió el Barça" vende poco. Y en Madrid pasa lo mismo. Empieza la temporada. El Madrid galáctico. Se vende ilusión. El fútbol es una venta de ilusión. En el caso del Madrid de la pasada Liga, a mí me preocupaba la desilusión del aficionado. Pero me ocurre lo mismo con cualquier equipo grande. Siempre pienso en esa desilusión. Porque el aficionado de un equipo grande está demasiado acostumbrado a ganar y las derrotas son mucho más crueles. También sus alegrías son discutibles. Porque no experimenta la alegría de los grandes tragos. Sólo tiene sorbitos. Muchos, pero sorbitos. Yo lo que trato, sobre todo en estas noches de derrota, es de mentalizar al aficionado en un sentido casi exclusivo: "Tú vete a la cama tranquilo que tú no cobras primas".

P. Contribuye a la mejora del ambiente conyugal.

R. Hago lo que puedo. Vete a la cama que has de levantarte mañana a la misma hora. Disfruta el fútbol y que lo sufran otros. Ése es el mensaje.

P. ¿No catequiza?

R. Poquito.

P. ¿Qué es lo que más le interesa del deporte?

R. El aficionado.

P. Del deporte en sí, más que de la información sobre el deporte.

R. Ah, bien, a mí me gusta la epopeya, la historia del crío que sale de la calle de un barrio humilde y llega a lo más alto, desafiando penalidades y soportando humillaciones y...

P. O sea, le gusta la historia que se cuenta de sí mismo.

R. Ja, ja. Sí, sí. Pues sí. En el deporte me gusta, por encima de todo, los sueños cumplidos. Es lo del anuncio de la Vuelta a España. El señor mayor que está con un niño enseñandole a montar en bicicleta. El abuelo va envejeciendo, el niño crece. Hasta que el abuelo entra en un bar y ve por la tele cómo el niño gana la Vuelta a España. Bueno, pues es eso. Todo lo que sea epopeya y final feliz y sueños realizados, todo lo que tiene la vida de grandeza y de esfuerzo lo encuentro en el deporte. El deporte, al fin y al cabo, es un cuento real.

P. ¿Cómo quiere que le llamen? José Ramón de la Morena, coma, ¿qué?

R. Periodista de pueblo.

P. Bueno..., no es imprescindible localizarlo.

R. Periodista, entonces. Yo soy lo que siempre he querido ser.... Nada más. ¡Pero nada menos!

José Ramón de la Morena, director del programa deportivo de la SER <i>El Larguero</i>.
José Ramón de la Morena, director del programa deportivo de la SER El Larguero.LUIS MAGÁN

Hablador, sencillo y jugador

JOSÉ RAMÓN de la Morena (Brunete, 1956) lleva en El Larguero, programa deportivo de la cadena Ser, desde el 3 de septiembre de 1989. En su biografía oficial consta que aquella noche dijo nada más comenzar: "Hola, soy José Ramón de la Morena. No os quedéis dormidos, no abandonéis el sacramento del matrimonio". Es decir, que desde aquella noche se le vio una clara voluntad de resituar lo deportivo en términos más civiles. Aunque es probable que lo deportivo -auténtico mando del mundo- haya acabado por resituarle a él, no puede decirse que haya abandonado esa voluntad por completo. Resuena su eco en las noches perdedoras, cuando envía a la cama a los forofos desmoralizados recordándoles que ni perderán su prima por el resultado ni cambiará su hora de entrada en el taller.

En su carrera, como en la de cualquier triunfador, existe un Voldemort. Con el añadido épico de que empezara llevándole las maletas. Explica tales duelos y peripecias con risas, detalle y suspense, a ritmo de cómic, de forma muy parecida a como narra sus programas. El deporte y los dibujos animados tienen sintaxis muy parecidas. Por lo demás, insiste en que su éxito se basa en ser como ellos. Hablador, sencillo y jugador, y con rancho.

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