_
_
_
_
Necrológica:NECROLÓGICAS

Madelaine Robinson, actriz del teatro y cine franceses

Madelaine Robinson, fallecida en Vaud (Suiza) el pasado 1 de agosto, era el equivalente francés de la mítica Tallulah Bankhead, esa gran actriz americana que, a pesar de haber intervenido en numerosos filmes, nunca logró en la pantalla el prestigio y el éxito que obtuvo en los escenarios. Robinson, que en realidad se apellidaba Svoboda -su padre era un pastelero checoslovaco-, había nacido en 1916 y en 1930 se quedó huérfana y responsable de dos hermanos menores. A los 14 años empezó a trabajar en la fábrica y, por la noche, acudía a los cursos teatrales de Charles Dullin, uno de los cuatro grandes renovadores de la escena francesa entre 1927 y 1939.

En 1935 el cine le ofrece un primer papel, y el año siguiente el azar -sustituir a la estrella enferma- la hace protagonista de Le Mioche. Siempre seguirá alternando teatro y cine, pero no es hasta 1942, con Jean Gremillon y Lumière d'été y 1943, con Douce a las órdenes de Autant-Lara, que Madelaine Robinson no se transforma en un nombre cotizado. Los cineastas más respetados del momento -Christian Jacque, Henri Decoin, Jean Delannoy, Julián Duvivier, Yves Allegret- la escogen para sus películas, mientras ella estrena en el teatro piezas de André Roussin, Marcel Achard, Marc Gilbert Sauvageon o protagoniza montajes de textos míticos como Les Parents terribles, de Cocteau, Un tranvía llamado deseo, de Tennessee Williams o, ya en los años sesenta, ¿Quién teme a Virginia Woolf?, de Edward Albee.

Temperamental y conflictiva, las disputas de Madelaine Robinson con sus directores o compañeros de reparto son célebres y, en algunos casos, acabaron en los tribunales. José Luis de Villalonga, que fue su amante y esposo durante un par de años, la recuerda en sus memorias como "el Mal Absoluto por haber vivido junto a ella dos largos años de frenesí sexual, de engaños, traiciones y mentiras". Ella será la estrella de Le jeu de la verité, obra de teatro del propio Villalonga que José María Forqué, con la ayuda de varios guionistas, adaptará al cine, situando la acción en el Madrid de principios de los sesenta. Madelaine Robinson es en el filme Lucía, una mujer madura que sufre porque su amante -Samy Frey- empieza a fijarse en chicas más jóvenes. La película, con una insufrible música de Adolfo Waitzman y rezumando moralina y mala conciencia, es insoportable. En cualquier caso, en los títulos de crédito, no consta Villalonga, que 10 años antes había escrito Les Ramblas finissent à la mer, una novela que describía con mucha mala leche y precisión el franquismo desde dentro.

La Nouvelle Vague no quiso saber nada de Madelaine Robinson, que sólo rodó con Chabrol en A double tour. Eso hizo que durante la década de los sesenta su rostro se desvaneciera lentamente de las pantallas. En su filmografía consta que trabajó para Bardem en Siete días de enero, sobre la matanza de los abogados de Atocha, al principio de la transición española, pero son dos intervenciones en papeles de madre -en J'ai épousé une ombre y Camilla Claudel, con Natalie Baye y Isabelle Adjani como hijas- los mejores momentos de cine de la Madelaine Robinson de los últimos años que, como no, también obtuvo un gran éxito como Folle de Chaillot en un enésimo montaje teatral.

Mujer de gran clase, precedente físico de Delphine Seyrig, Madelaine Robinson había obtenido diversas distinciones en los festivales, pero puede que el galardón más importante, reconocimiento de toda una carrera, lo ganó el 2001, cuando sus compañeros del teatro la eligieron para el Molière d'honneur.-

Madelaine Robinson.
Madelaine Robinson.AFP

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_