La estética hecha eficacia
Marco van Basten tuvo que retirarse sin tiempo para ejecutar todo su colosal repertorio por culpa de un tobillo "de anciano" por las patadas y la cirugía
Quizá sea porque la Holanda que cayó eliminada ante Portugal en las semifinales de la Eurocopa ofreció preocupantes síntomas de pérdida de identidad. Quizá, porque sus federativos estuvieran buscando un técnico joven, pero con la suficiente ascendencia sobre el vestuario para dar un giro positivo a una selección con problemas. Quizá, porque esos directivos se han limitado a seguir el consejo de Johan Cruyff, cuyas opiniones tienen en su país un calado extraordinario. Poco importan las razones. En definitiva, se ha tomado una decisión arriesgada para enderezar un equipo siempre exigido y emparentado con el buen gusto desde sus legendarios años 70. Tras la dimisión de Dick Advocaat, que sufrió como nadie la presión que irradiaba la prensa, Marco van Basten (Utrecht, 1964) es el nuevo seleccionador naranja.
La recomendación de Cruyff ha pesado lo suyo, sin duda. Pero tal vez se haya valorado aún más el recuerdo del extraordinario jugador que fue el ex milanista. Sin experiencia como entrenador de primer nivel, las huellas de una gloriosa carrera sobre el césped que le encumbró como un gran delantero le han cargado con la responsabilidad de reorientar un plantel de lujo, el de Holanda, cuya camiseta vistió en 58 ocasiones con 24 goles.
Hace apenas tres años, Van Basten estaba alejado del fútbol y disfrutaba de su familia, del golf y de una vida tranquila. Pero en 2002 dio el salto. Los directivos del Ajax le convencieron para incorporarse a su cuerpo técnico. Comenzó como ayudante de su antiguo compañero Danny Blind en los cuadros de juveniles y reservas, a los que también dirigió en la pasada campaña, junto a otro ex del club, John Van't Schip, que va a estar a su lado en su nueva gran aventura, firmada hasta 2008. Lejos de poner impedimentos a la salida de ambos, el Ajax se ha mostrado orgulloso del destino de sus pupilos, de los que se espera que impriman al combinado nacional su aseada filosofía futbolística.
A Van Basten se le medía hasta ahora por sus memorables días en el rectángulo. Acogido por Cruyff en la cantera del Ajax, debutó en 1982, a sus 16 años, en el primer equipo sustituyendo precisamente a su ilustre padrino. El Profeta del Gol fue el hombre que le hizo crecer hasta convertirse en lo que luego se pudo ver en el Milan desde 1987 hasta su retirada. Con el equipo lombardo de Arrigo Sacchi, con el que tuvo serias diferencias por su concepto mecanizado del juego, y acompañado por sus compatriotas Gullit y Rijkaard, ofreció lo mejor de su vasto repertorio hasta que las lesiones no le dejaron seguir marcando goles artísticos. Y es que daba la impresión de poder jugar incluso en la elegante Scala por sus gráciles desplazamientos. Era el prototipo de la estética convertida en eficacia. Su estilizada figura (1,87 metros), de movimientos tan poderosos como elegantes, envolvía un formidable nivel técnico, una soberbia agilidad mental y una terrible contundencia goleadora en toda suerte de remates. Su juego aéreo era tan demoledor como su potente remate de media distancia o sus sutiles pases a la red con el portero cerca. Un delantero lleno de recursos, todos sobresalientes, bien ilustrados por aquella extraordinaria volea sin ángulo con la que batió al ruso Dassaev en la Eurocopa de 1988, el único título de Holanda.
Con el Ajax ganó una Recopa y tres Ligas. Con el Milan, dos Copas de Europa, dos Intercontinentales y cuatro Ligas. Recibió los más importantes galardones y jugó el Mundial de 1990. Era un jugador superlativo, pero maltratado por los rivales. Incluso se casó con muletas por una de las siete operaciones que sufrió en los tobillos y las rodillas. Ted Troost, su médico de confianza, ya dijo en 1994: "Si Marco tiene 30 años, su tobillo derecho parece tener 60".
Van Basten llevaba ya más de un año sin jugar. Física y mentalmente triturado, decidió retirarse en 1995. Jugaba tan bien que a todos los aficionados les invadió una áspera sensación de orfandad cuando dio la noticia: "El dolor se extiende desde mi tobillo derecho por todo el cuerpo. Es una tortura. Y los tratamientos no me han ayudado. Creo que a mi tobillo no lo dañó irreversiblemente un jugador, sino la cirugía".
La percepción era que los problemas físicos y alguna decisión médica errada habían privado al fútbol de uno de sus mejores intérpretes sin tiempo para ejecutar todo su colosal repertorio. Así lo explicaba Diego Maradona: "Era una máquina de hacer goles que se rompió cuando iba a convertirse en el mejor de todos. Lo fue igual, pero no llegó a número uno".
Ahora debe clasificar a su Holanda para el Mundial de 2006 y honrar su propia leyenda.
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