"La Reina me dijo que tengo que salir adelante, por mis hijos"
PABLO X. DE SANDOVAL,
El sentido del acto de homenaje de ayer en El Pardo a las víctimas de los atentados del 11-M era "tenerlos presentes", comentó ayer Silvia Cabanillas, de 18 años, hija de Mercedes Vega, una de las 191 víctimas mortales. Las familias empiezan a conocerse de vista. La de Mercedes Vega tenía al lado a un matrimonio de Móstoles que había perdido a un hijo. "Estuvimos hablando de si nos vamos a personar en la causa o no, y de apuntarnos a la asociación de víctimas", agregó Silvia.
Isabel, la madre de Jorge Rodríguez Casanova, asesinado a los 22 años, va a colgar la medalla y el diploma en el cuarto de su hijo "en el mejor marco que encuentre". "El acto me ha servido como alivio; mi único consuelo ahora es que se recuerde y se reconozca a mi hijo", comentaba Isabel entre sollozos. "Me sentí muy arropada por los Reyes" en un acto que calificó como "sencillo, del pueblo".
La cercanía del Monarca y la Reina fue agradecida por los familiares. Isabel relató así su encuentro con doña Sofía: "Me preguntó cuántos hijos me quedaban; 'tres, y le pido que me los cuide, que esto no vuelva a pasar', le dije yo; ella me respondió que tenía que salir adelante por ellos". El Rey le aseguró en un abrazo que se iba a preocupar de que a las familias de las víctimas no les faltara "de nada" y se atendieran "sus derechos".
Sentimientos contradictorios
Vicenta Olmedo, viuda de Florencio Aguado, estuvo junto a otras familias de San Fernando de Henares. Vicenta tenía sentimientos contradictorios sobre la entrega de medallas. "Ha estado bien y mal. Todo el mundo lloraba, porque todos teníamos la misma pena, pero ha sido bonito". Tras el homenaje, cuando pudo hablar con la Reina, le dio las gracias. "Ella me respondió 'no es nada para lo que se merecen ustedes, porque sé que lo están pasando muy mal". Horas después del acto, Vicenta seguía emocionada al leer la inscripción de la medalla: "Al mérito en el trabajo".
Juani Sánchez, la madre de Antonio Sabalete, destacó lo doloroso del motivo que ayer reunía en El Pardo a tantas familias rotas: "Me hubiera gustado que a mi hijo le hubieran dado la medalla en vida, por sus méritos como el trabajador que fue desde los 18 años hasta los 36, en que me lo mataron".
Todas, Vicenta, Juani, o María, la madre de Alexander Suciu, uno de los 16 rumanos asesinados, aseguran que va a guardar la medalla "con mucho cariño". La de Florencio Aguado está hoy encima de su mesilla de noche. Vicenta no ha querido guardarla: "Para mí es como tenerlo a él". Juani le dará la medalla a su nuera para que Fernando, su nieto huérfano, de siete años, también guarde el recuerdo de su padre. María destacó el "honor muy grande" que supone la medalla y agradecía a los Reyes su presencia en el acto.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.