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Octanos en el hipermercado

A pesar de las reticencias administrativas, aumentan considerablemente las estaciones de servicio instaladas en las grandes superficies y comienzan a cerrarse en la red tradicional

Unas cincuenta gasolineras se encuentran paralizadas a la espera de obtener las correspondientes licencias municipales para su construcción en alguno de los centros comerciales que, bajo el auspicio de la nueva ley desreguladora de junio de 2000, lo han solicitado. Esta cifra es la que esgrime la Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución.

Unos márgenes muy superiores: 13 o 14 pesetas -ocho céntimos-, según el secretario de la Confederación de Empresarios de Estaciones de Servicios, frenta a las 7,5 u 8 pesetas -cuatro céntimos- de que disfrutan en la red abanderada por alguna de las grandes peroleras, les permiten ofrecer unos precios finales con los que no pueden competir las gasolineras tradicionales, además de sufrir unos gastos operativos superiores, y mucho menos cuando en las superficies comerciales se plantean la venta de combustible como gancho para atraer y tratar de fidelizar a los consumidores.

Para los responsables de las grandes superficies se trata sin embargo de un mercado inmaduro que tiene todavía mucho recorrido para mejorar la competencia y favorecer al consumidor. Desde un mínimo de tres céntimos de euro, se van acumulando ofertas con las que en algunas ocasiones se supera el 10% de reducción del precio respecto al resto de operadores.

Durante el pasado ejercicio, las estaciones de la red tradicional se redujeron de 7.051 a 6.962, mientras que las instaladas en hipermercados y supermercados aumentaron de 121 a 157. De cualquier manera, la proporción es todavía muy baja si se compara con Francia, donde son más de 4.000 los puntos de venta instalados en superficies comerciales, en las que se expende casi el 50% de las ventas totales. En España, sin embargo, no llegan al 3% las gasolineras en estos centros, pero sí suponen el 7,5% del volumen de ventas, ya que son mucho más prolíficas.

De cualquier manera, la lentitud en el desarrollo de la red de supermercados y la pérdida de peso específico de los mismos en la demanda no hace prever una situación a la francesa.

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