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Reportaje:

Las materias primas sostienen a Rusia

El empuje del crudo y la industria impulsan al PIB, que crecerá un 7,4% en el primer semestre

Pilar Bonet

La industria de ferrocarriles de Rusia se ha disparado. El espectacular crecimiento de este sector en más de un 50% durante los primeros cinco meses de 2004, respecto a igual periodo de 2003, no es un dato para especialistas, sino un ejemplo del desarrollo de la economía rusa a remolque de la exportación de materias primas: la saturación y sobrecarga del sistema estatal de oleoductos y gaseoductos de Rusia es tal que ha habido que recurrir masivamente al ferrocarril para transportar el crudo y el gas. Impulsado por los petrodólares, el PIB de Rusia crece a un ritmo del 7,4%, según el pronóstico para la primera mitad de 2004. Con una previsión de la misma magnitud, la industria rusa se beneficia de la bonanza y experimenta sus mayores tasas de crecimiento desde 2000.

En los primeros cinco meses, el sector de combustible y energía creció un 8,3%, y dentro de él, la producción de petróleo lo hizo un 10,4%
El presidente Vladímir Putin ha formulado dos objetivos: duplicar el PIB para 2010 y reducir a la mitad los índices de pobreza para 2007

Los sectores de construcción de maquinaria (14,2% de crecimiento en los cinco primeros meses de 2004), la química (10%) y la fabricación de materiales de construcción (9,8%) dan muestras de gran vigor, pero la tendencia a la diversificación que el petróleo ha impulsado no asegura aún un crecimiento sostenido del PIB ruso al margen del precio del crudo, según un informe del Banco Mundial (BM) del pasado junio.

El incremento productivo de la industria rusa va más allá de los sectores relacionados con los recursos básicos, confrontados con crecientes costes para poner en marcha la explotación de nuevos yacimientos. En su conjunto, durante los primeros cinco meses de 2004, el sector de combustible y energía creció un 8,3%, y la producción de petróleo lo hizo un 10,4%. De enero a junio, Rusia extrajo 223.628 millones de toneladas de crudo, de las cuales exportó 107.944 millones.

En su afán por aprovechar al máximo la coyuntura, Rusia no desperdicia ninguna oportunidad. El desarrollo todavía insuficiente de la infraestructura para exportar crudo del Caspio desde Kazajistán y Azerbaiyán a Europa Occidental por rutas alternativas ha permitido a Moscú hacerse con el control del oleoducto Odessa-Brodi, en Ucrania, para transportar nueve millones de toneladas de crudo anuales durante tres años. Esto ha sido posible después de que el Gobierno ucranio autorizara este mes la firma de un contrato con la empresa mixta ruso-británica TNK-BP y modificara su propia decisión que excluía a Rusia del proyecto.

Rusia también podría vender la explotación de campos de petróleo todavía no explorados en Siberia occidental este año, según ha dicho recientemente un portavoz de la provincia de Tiumen, mientras ejecutivos de la compañía norteamericana ExxonMobil, viajaban en busca de oportunidades por aquella región siberiana que proporciona más del 60% del crudo de Rusia. Junto con ExxonMobil, otras grandes compañías norteamericanas como ChevronTexaco y Conoco Philip planean ampliar sus negocios en Rusia. El interés de las grandes compañías energéticas occidentales por la inversión en Rusia indica que éste es un país atractivo para los grandes negocios, al margen de los problemas con los que topan sobre el terreno las empresas extranjeras al afirmar sus derechos, y al margen también de los recelos que inspira el destino de la compañía Yukos.

Incremento de tasas

Gracias al petróleo, el Gobierno ruso incrementa sus ingresos fiscales, mantiene un fondo de estabilización y unas reservas de oro y divisas que crecen de día en día y paga puntualmente sus deudas. El incremento de las tasas de extracción de materias primas que entra en vigor el próximo agosto puede incrementar la recaudación fiscal en varios miles de millones de dólares en relación a 2003. Tan sólo en la primera mitad de 2004, el consorcio ruso-británico TNK-BP, registrado actualmente como un off-shore, reportó unos ingresos de 7.000 millones de dólares a British Petroleum.

El afán exportador ha renovado las discusiones sobre la participación de las empresas privadas en la construcción del sistema de oleoductos de Rusia, que actualmente pertenecen al Estado. La construcción de oleoductos privados fue un caballo de batalla de la petrolera Yukos antes de que el Estado emprendiera la campaña de acoso para destruirla. Ahora los planteamientos son más modestos. Yuri Kuznetsov, del Instituto de Pronósticos Económicos de la Academia de Ciencias de Rusia, se inclina por la autorización de las inversiones de capital privado en la modernización de la infraestructura combinada con leyes que permitan al Estado requisar temporalmente las instalaciones en casos extremos.

El predominio del petróleo y las materias primas impone hoy su lógica a la economía de Rusia, para la que el presidente, Vladímir Putin, ha formulado dos objetivos: duplicar el PIB para 2010 y reducir a la mitad los índices de pobreza para 2007. Estos objetivos teóricos pueden cumplirse, si se mantiene la buena coyuntura de petróleo, pero no surgen de una estrategia de desarrollo coherente.

El crecimiento del PIB de Rusia impresiona si se compara con las cifras occidentales, pero tiene un valor más modesto en relación a sus vecinos. Siete de los otros once países de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) tienen una tasa de crecimiento mayor que Rusia. Durante los primeros cinco meses de 2004, el PIB de Kazajistán, el gran vecino de la estepa centroasiática, dotado también de enormes reservas energeticas, ha crecido un 9,1% y el de Ucrania, el vecino occidental sin grandes recursos energéticos, un 9,4% en 2003 (el de Rusia fue de un 7,3% en ese ejercicio) y planea crecer un 9,5% este año.

Inversión directa

El sector energético sigue atrayendo la mayoría de las inversiones que se producen en Rusia, aunque la inversión directa supuso 1.500 millones de dólares durante el primer trimestre de este año. De continuar al mismo nivel, el resultado anual estará entre los 9.000 a 10.000 millones de dólares anuales y equivadrá a 65 dólares por cabeza y año, comparado con los 200 dólares por cabeza y año, captados por Hungría, según una extrapolación del BM.

La fuga de capitales, según esta institución, permanece a muy alto nivel desde 1999 y durante el primer trimestre de este año se calcula en 3.500 millones de dólares. La tendencia puede incluso acelerarse debido a la crisis de confianza en el sector bancario ruso, que ha sido frenada momentáneamente por el Banco Central. Los paliativos (garantías para depósitos de hasta 100.000 rublos y absorción de los bancos en crisis por los grandes bancos estatales) no son un sucedáneo para las reformas de más calado que no se han emprendido. De los más de 1.300 bancos que existen en Rusia, unos 400 no cumplen los requisitos de mantener unas reservas mínimas obligatorias de 1.000 millones de euros. La crisis de confianza en las entidades financieras, que tuvo su punto álgido en la semana del 5 al 11 de julio, se resuelve hoy a favor de los bancos estatales y extranjeros o los escondrijos caseros. Mientras el banco privado Alfa perdió 240 millones de dólares en depósitos durante la crisis de julio, el Vneshtorgbank, el segundo banco estatal de Rusia, compró el 86% del Guta Bank al "precio simbólico" de un millón de rublos (unos 27.000 euros). El Sberbank, el primer banco estatal del país, aumentó sus depósitos en más de 10.000 millones de rublos. Además, el Banco Central incrementó su cartera de créditos en 220 millones de dólares, mediante su compra a los bancos que se habían quedado sin liquidez. Según el presidente de Vneshtorgbank, Andrei Kostin, se trata de "buenos créditos, cuyo volumen puede incrementarse a 600 millones de dólares".

El peligro de la política

Los grandes peligros que planean sobre el desarrollo de Rusia no son económicos, sino de naturaleza política y delictiva: las reglas de juego son frágiles, arbitrarias y manejadas en función de intereses personales o de clanes, insertos en las estructuras del Estado. Incluso una empresa tan rentable como Yukos, la primera petrolera del país, está siendo arrastrada estos días a una quiebra artificial "por encargo", según Arkadi Volski, el presidente de la Asociación de Empresarios e Industriales de Rusia. De los 31.000 expedientes de quiebra que se encuentran actualmente en los juzgados rusos, la mitad han sido provocados por intereses ajenos a las empresas afectadas, asegura el jefe de la patronal.

La buena gestión de la política macroeconómica y el atractivo panorama se ven empañados por "la incertidumbre sobre el destino de Yukos, que ha dejado las primeras huellas visibles en los mercados financieros y los flujos de capital a corto plazo", señala el Banco Mundial en su informe de junio sobre Rusia.

Refiriéndose al caso Yukos, otro informe, esta vez de la OCDE, ha advertido que el uso "arbitrario" del poder estatal hace disminuir los ritmos de desarrollo y "supone el mayor peligro para la defensa de los derechos de propiedad en Rusia". La economía rusa adolece de una crónica falta de reformas en sectores claves, como el financiero o los grandes monopolios, y el administrativo.

El monopolio del gas, Gazprom, funciona hoy como un superministerio ineficaz, un retiro de lujo para altos funcionarios cesantes de la Administración del Estado, y también como refugio de numerosos peterburgueses llegados a Moscú de la mano de Alexéi Miller, el paisano que Vladímir Putin eligió para dirigir la compañía. Recientemente, en una reunión gubernamental en la que el ministro de Desarrollo económico, German Gref, criticaba a Gazprom por el despilfarro en los gastos, uno de los directivos de esta empresa reconoció que la compañía de gas más grande del mundo compra el 80% de sus materiales sin concurso.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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