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La Guardia Civil trata de hacer frente a los saqueadores de una veintena de cajeros en pueblos del interior

María Fabra

Los vecinos de muchos municipios de las comarcas del interior, no sólo de Castellón, sino también de Alicante y Valencia, han sido espectadores, hasta en una veintena de ocasiones, del saqueo de los cajeros automáticos y de cajas fuertes de bancos y cajas de ahorro de sus localidades. Aunque el sistema parezca rudimentario, la tecnología y metodología utilizadas por las bandas que se dedican a este tipo de robos son muy superiores a las del tradicional butrón o a la de la entrada en la entidad bancaria, previa breve vigilancia, con un arma en las manos. Por ello, el subdelegado del Gobierno en Castellón, Juan María Calles, ha tomado la iniciativa de reunirse con responsables de distintas entidades bancarias con los que acordó coordinar sus acciones con la Guardia Civil con el fin de prevenir y evitar los robos en sus sucursales. La existencia de patrullas "comarcales" y la ausencia de suficientes efectivos para controlar cada uno de los municipios son la ventajas de las que se sirven estas bandas, que buscan dos tipos de botines. En algunos municipios, el objetivo se centra en el cajero automático, mientras que en otros los saqueadores acceden hasta la caja fuerte. En ambos casos, el sistema consiste en arrancar los elementos de depósito del dinero.

La metodología es semejante. Parte de los integrantes de la banda recorren las localidades de la comarca hasta detectar el lugar en el que se encuentra la patrulla correspondiente. Así, dan el aviso a sus cómplices, que aprovechan los kilómetros de distancia para operar en otro punto. En el caso de los cajeros, basta con acceder con cualquier tarjeta al interior del mismo. Allí, enganchan la máquina y tiran de ella ayudados por un vehículo, en ocasiones, robado. En la Pobla Tornesa (Castellón), el vehículo recorrió varios metros con el cajero al otro extremo de un cable, ante la mirada estupefacta de los vecinos. Cuando se trata de cajas fuertes, el sistema es algo más "delicado", pero igualmente proceden a arrancar el depósito que trasladan, como en el caso de los cajeros, hasta un lugar escondido pero cercano, donde lo revientan para acceder al botín. Las cantidades son muy variables y han fluctuado entre los 2.000 y los 20.000 euros.

Calles se ha comprometido a mejorar los tiempos de respuesta de la Guardia Civil mediante un aumento del número de patrullas en los puestos de las zonas más afectadas.

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