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Un teórico de mirada intensa

Sus estudiantes le llamaban la intensa mirada azul", cuenta Jeremy Bernstein en su reciente biografía Oppenheimer, Portrait of an enigma (Retrato de un enigma). Los ojos de hielo debieron ser un rasgo llamativo de este físico teórico; así lo destacaron una y otra vez quienes le conocieron, sus biógrafos y los libros sobre el Labotatorio de Los Álamos, que él dirigió.

Oppie, un apodo que adoptó en Europa y que él mismo usaba, ya era venerado por los alumnos desde su época en la Universidad de Berkeley antes de la II Guerra Mundial, hasta el punto de que muchos imitaban sus ademanes y forma de hablar. Ejerció admirablemente bien esa capacidad de liderazgo en Los Álamos, y para muchos fue clave en el éxito.

Allí, quienes le rodeaban eran los más brillantes físicos estadounidenses y muchos europeos, huidos del nazismo. Hans Bethe, Eduard Teller, Richard Feynman, Norman Ramsey, Emilio Segré, Edwin McMillan, Louis Álvarez, Val Fitch, Joseph Rotblad, Viktor Weisskopf, Robert Serber, etcétera. Entre los talentos científicos de Los Álamos, es apabullante el número de premios Nobel que luego fueron recibiendo.

El general Leslie Groves debió de adivinar esa inigualable capacidad de Oppie para atraer respeto y/o adhesión, cuando le eligió para dirigir el proyecto pese a sus antecedentes izquierdistas (que después le perseguirían con saña en los EE UU de la guerra fría).

Culto, poeta, educado, enigmático, distante, generoso, elegante, amante de la música, primogénito de una familia judía adinerada, Oppenheimer aunaba los rasgos del mito.

Graduado en Harvard, completó su formación en la Europa prebélica con los grandes físicos de la época, en plena ebullición de la mecánica cuántica. Sus contribuciones científicas fueron de altísimo nivel, con incursiones en la astrofísica. Investigó, por ejemplo, la estabilidad de las estrellas de neutrones y el límite a partir del cual esos cuerpos supermasivos seguirían contrayéndose por la gravedad, algo que después John Wheeler bautizó como agujero negro.

Tras Los Álamos, Oppenheimer dirigió el Instituto de Estudios Avanzados (Princeton), donde Einstein vivió su celebridad mundial hasta su muerte. Fumador empedernido, Oppie murió de cáncer a los 62 años.

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