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Reportaje:

Una lección de optimismo

Unos 30 adolescentes enfermos de cáncer de toda España están de campamento en Vilanova de Sau

Raquel nació en Logroño. Está a punto de cumplir 18 años. En el año 2002 le diagnosticaron un tumor en la médula que la ha postrado en una silla de ruedas. Su vida ha cambiado, pero no por ello pierde la ilusión ni las ganas de hacer cosas, entre ellas lanzarse en tirolina. Lo había hecho antes de la enfermedad y ha podido revivir esa sensación en los campamentos que la Federación Española de Padres de Niños con Cáncer organiza en Vilanova de Sau (Osona) desde hace dos años.

Una treintena de adolescentes de entre 14 y 20 años ayudan a los monitores a desmontar los elementos utilizados en las actividades que se han hecho por la mañana: tiro al arco, piragüismo y el paso del oso, que consiste en caminar entre dos cuerdas atadas a unos árboles, sujetos con arneses. Son actividades habituales en muchos campamentos que se celebran durante el verano, pero en este caso hay algo que lo hace distinto. Los chicos y chicas, llegados desde todos los rincones de España, padecen o han padecido cáncer y tienen problemas de integración o algún tipo de secuelas, como Raquel.

Para Mario es el segundo año en el campamento. Tiene problemas de equilibrio y necesita la ayuda de alguien para caminar. Ayer por la mañana se atrevió a probar el paso del oso. "Hace un año habría tirado la toalla, prácticamente no caminaba", explica Adelaida Fisas, presidenta de la federación, acerca de Mario. "Después del campamento llegó a su casa y dijo que quería ir a recuperación cada día. Desde entonces ha avanzado mucho".

La federación organizó este campamento para adolescentes hace dos años. Se pensó en esta franja de edad porque es la más sensible a los cambios y también la más difícil. "Decidimos arriesgarnos pese al temor de estar creando un gueto, y el resultado no podía ser mejor", asegura Fisas, quien sentencia que "el campamento ha conseguido transformar a algunos jóvenes, se les ve más abiertos, más alegres, se dan cuenta de que son capaces de hacer cosas por sí solos". Se trata de una auténtica inyección de autoestima y motivación para unos chicos que han tenido que enfrentarse demasiado pronto a una realidad demasiado cruel.

Iván, uno de los monitores, sabe perfectamente lo que viven estos adolescentes. A los 16 años le detectaron un tumor. "Es lo peor, te desmenuza la vida, los estudios, te atrapa en plena edad del pavo, en ese momento que empiezas a tontear con las chicas...". Diecisiete años después se ha convertido en un modelo para muchos de los jóvenes que pasan por el campamento. Al mismo tiempo, asegura que continúa aprendiendo de ellos, de la solidaridad que existe entre ellos y de la capacidad de ser muy sinceros consigo mismos acerca de sus condiciones.

"No obligamos a nadie a hacer nada, pero intentamos motivarles para que lo prueben todo", explica Iván, quien cree que muchas veces la sobreprotección de los padres impide a los muchachos progresar. "No puedes vivir en una burbuja, alguno de estos chicos ni siquiera ha bajado al patio del colegio desde la enfermedad y aquí están, 10 días haciendo mil y una cosas".

Hablar sin tabúes

La psicóloga de la federación, Verónica, no sólo defiende las colonias por la capacidad de superación y autonomía que proporcionan a los adolescentes, sino también como espacio en el que se puede hablar abiertamente y sin tabúes de la enfermedad.

"En su ambiente no pueden hablar de lo que les pasa. Los amigos te escuchan una o dos veces, pero no más, porque no es agradable", explica Verónica.

Yurena es de Vallecas, tiene 17 años y hace dos le detectaron un linfoma. "¡Somos como una secta! Nos une algo, nos comprendemos porque todos hemos pasado por lo mismo y sabes que esa persona siempre será tu amiga", dice Yurena sentada bajo un árbol, a 500 metros del pantano de Sau, junto a Tamara, su amiga de Móstoles, a quien a los 16 años le detectaron una leucemia y le tuvieron que efectuar un trasplante en Alemania.

Las dos están recuperadas, en fase de revisión, y éste es su tercer campamento. Este año es un poco más duro que los anteriores para ambas. Les falta José, un amigo -para Yurena algo más que eso- con el que compartieron las dos anteriores colonias y que este año sufrió una recaída y murió. Tamara afirma: "Hay gente que el año que viene no estará y eso es muy duro, pero aprendes que hay que mirar siempre hacia delante".

Mil casos por año

En España se detectan entre 900 y 1.000 casos de cáncer infantil cada año. Los avances en medicina y cirugía han permitido situar en el 70% el índice de supervivencia a los cinco años del diagnóstico en los países desarrollados. Pese a eso, sigue siendo la segunda causa de muerte infantil tras los accidentes.

Los campamentos para adolescentes tan sólo son una de las muchas iniciativas, totalmente gratuitas, que impulsan la Federación Española de Padres de Niños con Cáncer (www.cancerinfantil.org) y las 16 asociaciones autonómicas que integra. Entre ellas se incluye un programa de apoyo psicosocial y económico a niños con cáncer y a sus familias.

Como acostumbra a ocurrir en estos casos, según la presidenta de la federación, Adelaida Fisas, "pese a comprobar los beneficios para los afectados, estas actividades siempre penden de un hilo al depender de unas ayudas públicas y privadas que cada día son más difíciles de conseguir".

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