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El 'tecno' más bailable vuelve a triunfar en el Desert Festival

Unas 35.000 personas acudieron a la fiesta de los Monegros

La criatura sigue creciendo. Cumplidos 10 añitos, la fiesta del desierto alcanzó el fin de semana su récord histórico de asistencia concentrando a más de 35.000 personas, que durante más de doce horas bailaron en un paraje desértico espoleados por los ritmos electrónicos de más de setenta artistas. Una vez más, la fiesta, la diversión y el buen ambiente marcaron el desarrollo de esta gran verbena en los Monegros, en la que volvió a dominar el tecno sobre cualquier otra propuesta.

"Lo que pretendemos es montar una fiesta, una verbena con la música actual", indicó Juan Arnau, responsable de Florida 135, la discoteca de Fraga que organiza el evento. Eran las cuatro de la mañana, Arnau estaba afónico, la Guardia Civil satisfecha porque el operativo de acceso al recinto había funcionado sin colapsar la Nacional II, y en los siete escenarios diversas variantes del tecno retumbaban en un mar de polvo que hubiese hecho feliz a John Ford. En el recinto, 65.000 metros cuadrados, a primera hora de la noche había mandado el hip-hop. No es de extrañar: La Mala, con su extraña habilidad para desafinar con desgana y salero simultáneos, y Violadores del Verso, profetas del hip-hop más pétreo y concienciado, justificaron con su éxito su presencia allí. Bastante peor fue la actuación de uno de los clásicos del género, un Grandmaster Flash que sin tanto público se dedicó a pinchar sin traza ni estilo alguno a Michael Jackson. Estaba tan perdido que se pasó la noche saludando a... Barcelona. Entre el aeropuerto de la capital catalana y Fraga debió dormirse, y creía estar en el mismo lugar. Como en su carrera artística.

Casi al mismo tiempo comenzaba la tralla. Dio la sensación de que cada disc-jockey olvidaba que era parte de una larga lista y se esforzaba en vapulear al público con sus sesiones. Debía ser que el agua con cafeína que se vendía hacía milagros, pues el propio Ángel Molina reconocía tras una sesión comenzada a las siete: "Yo quería hacer una sesión más tranquila, pero el público no me ha dejado".

Ésta es una de las claves que explican el Desert Festival. Su público sabe lo que quiere y no le van las medias tintas. Por mucho nombre que tengan, ni el house de Masters At Work, o de Todd Terry, ni el dub narcótico de Mad Professor, ni el hip-hop imaginativo de DJ Vadim llenaron sus carpas. A los Monegros se va a vapulearse con el tecno de Hawtin, estupenda y oscura su sesión; Dave Clarke, no había respiro entre beat y beat; DJ Rush; Oscar Mulero; Mistress Barbara, o Miss Kittin. Se puede decir que los únicos artistas no de tecno que triunfaron de verdad fueron los clásicos Front 242, un fragmento de los ochenta más fríos y maquinales implantado en medio de aquel paraíso en el que, a pesar de todo, la humanidad de un público amable, distendido y festivo justifica que merezca la pena acercarse al desierto para sentirse acompañado.

Aspecto del recinto del Desert Festival, en los Monegros, en la madrugada de ayer.
Aspecto del recinto del Desert Festival, en los Monegros, en la madrugada de ayer.HERMINIA SIRVENT
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