Futbolerío en la cima
Aficionados vascos se disculpan ante José Enrique Gutiérrez, al que golpearon en el Plateu de Beille
"No todos eran vascos, que había algunos vestidos de vascos que no eran vascos", intenta explicar Miguel Madariaga, manager del Euskaltel-Euskadi, en la salida de Carcasona. "De todas formas, su comportamiento no fue muy correcto. En algún momento me avergoncé de ellos. El ciclismo cada vez se está empezando a parecer más al fútbol y eso no es nada bueno". Ni siquiera el coche del Euskaltel se libró de golpes, patadas y puñetazos al atravesar el estrecho pasillo central que dejaban libre centenares de enfervorizados, chillones y bravucones aficionados, camisetas naranjas, ikurriñas, entre los kilómetros cuarto y segundo de la ascensión a Plateau de Beille, los momentos decisivos de la etapa del sábado.
Lance Armstrong fue el único ciclista que hizo público el alivio que sintió al entrar en la zona vallada, los dos últimos kilómetros, de la ascensión. "Al empezar las vallas justo acabábamos de pasar entre un grupo de vascos muy excitados, que gritaban mucho, muy agresivos. Ivan Basso y yo hablamos y coincidimos en que había sido increíble que hubiéramos podido pasar sin matarnos", dijo Armstrong. "Por mi cabeza pasó la caída del año pasado
[en Luz Ardiden, cuando el manillar de su bici se enganchó en el asa de la bolsa de una espectadora]
y por eso intenté estar siempre en el centro de la carretera. Y como estaban agitando las banderas todo el tiempo fue difícil, porque en cualquier momento podías tropezar y caer".
Un aficionado presente en el lugar contaba ayer que los aficionados, bebidos y jaraneros, empezaron a desentenderse de la carrera y del ciclismo cuando tuvieron noticias del abandono de Zubeldia y del retraso de Mayo, y que entonces empezaron a gritar vivas al Athletic y a la Real Sociedad. "Eran gente de fútbol que habían venido a montarla a la carrera", dijo. Algunos fueron más allá y golpearon a los corredores. "A mis compañeros Quique Gutiérrez y Nicolás Jalabert les dieron una buena colleja", contaba Óscar Pereiro, del Phonak. "Guti se paró y les preguntó que de qué iban, y los violentos le gritaron que eso era por haber empezado a tirar fuerte cuando Mayo se cayó el día del pavés. Guti sólo les pudo decir que él sólo hacía su trabajo y que le dejaran en paz".
Ayer por la mañana, en la salida, un grupo de aficionados de naranja hablaban serenamente con el grupo del Phonak. "Son los de ayer", dijo Pereiro. "Han venido a disculparse y eso les honra".
"Antes no pasaba esto", explica un ciclista vasco que quiere permanecer en el anonimato. "Antes todos los aficionados que iban a animar al Tour con ikurriñas, y yo fui con una a animar a Indurain, animaban a todos por igual, poco importaba de qué país, de qué equipo o de qué pueblo eran. Ahora se ha organizado la ceremonia nacionalista y se quiere hacer creer a los aficionados que los ciclistas son la representación de un pueblo y de sus aspiraciones, y a los ciclistas se les dice que sólo los que sueñen con correr en el Euskaltel son verdaderos vascos".
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