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Columna
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Congresos

No vamos a engañarnos. Es real. El PSOE está en su mejor momento. Se ve a nivel nacional. Cumple todos los días. Incluso cumple a pesar de Carod. Por lo demás, léase Yak 42 y tropas que se vienen, medallas aparte, cumple. Parece recién casado. Incluso el tema del Sáhara empieza a enfocarlo desde el punto de mira de la ONU. Un punto que nunca debió perderse. Además, su visita a Argel -ya era hora- así lo anuncia. Un Gobierno central que no ignora que España y Andalucía están donde están por historia y geografía. Tal vez, por éstas y por muchas más razones, no se entienda mucho el interés de algunos en ver donde no hay. En tratar de confundir con divisiones que no existen o en pretender separar. Cuestión distinta, y dado que en esta semana se celebran nueve congresos regionales, es que no se muevan algunas fichas. Ahora bien, tratar de ver en estos movimientos una desunión o un intento de aglutinar poder, y no representatividad, es algo que está fuera de lógica. Es real, porque así se anuncia, que algunos de estos movimientos pueden darse en Madrid -sic- y en Navarra. Sin embargo, en Andalucía, a estas alturas, no parece que vaya a ser así. La aportación del PSOE a nivel del Estado y el resultado de las autonómicas, todo de la mano del actual presidente, así lo vaticinan.

Se podrá teorizar, pero los hechos son tozudos. Le dan la razón. Ahí están sus resultados, ahí quedan los de josemari y el destierro de un Arenas que, como siga por el mismo camino, sólo le va a quedar el consuelo de terminar de teniente-alcalde de El Ejido, si Enciso lo permite. Lo de Caballos, pura anécdota, que no debe servir para introducir elementos de conflicto, ni para dañar la imagen de quien ha sido capaz de llevar una portavocía en tiempos del cólera y cohesionar Sevilla. Pero en fin, como problemas no hay, salvo que los inventen los de siempre, tal vez haya que pensar en otras cosas. Sin ir más lejos, no estaría de más empezar a actuar pensando en nuestros vecinos. Hoy, más que nunca, hay que estar en el Sáhara. Si ayer -hace casi 30 años- junto a la alegría de perder la dictadura se sufrió la humillación de abandonar el Sáhara como se abandonó, no estaría mal que la política andaluza avanzara, acomodándose a la del Estado, y tratara de recuperar un respeto que nunca debió perderse. Menos cómo se perdió. No sería un mal compromiso.

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