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Armani a los 70

El príncipe de la moda, el italiano Giorgio Armani, celebró el domingo su 70º cumpleaños con una única gran preocupación en mente: su propia sucesión. "A los 70 años, me regalo el hecho de seguir pensando y avanzando de manera autónoma, sin que nadie tenga que agarrarme la mano", dijo medio en broma medio en serio la semana pasada, después de la presentación de una nueva colección masculina, entre bastidores del teatro Armani concebido por su amigo el arquitecto Tadao Ando, un japonés de renombre en el mundo del diseño. Un teatro que se suma a las megatiendas de Shanghai, a la lujosa mansión de Pantelleria -la isla de los famosos italianos situada entre Sicilia y Túnez-, a la nueva línea de muebles Armani Casa, al gigantesco yate Mariù, que se compró recientemente. El hombre y su multinacional se confunden. Al principio, la historia de la casa Armani es la de una pareja: Giorgio en el diseño, y su cómplice Sergio Galeotti en la dirección. Pero en 1985, diez años después de la fundación de Giorgio Armani spa, Sergio falleció y el diseñador se encontró solo al timón. Desde entonces reina en solitario, y algunos dicen que con mano de hierro, gracias a un don indiscutible para la imagen y la comunicación y un éxito real, a veces incluso insolente, en los negocios. Armani ocupa el lugar 247º de los hombres más ricos del planeta en la clasificación de la revista estadounidense Forbes de 2004, con una fortuna evaluada en 2.200 millones de dólares. Hoy, el príncipe de la moda se siente un poco más solo en su trono. Con el paso de los años, asegurar el futuro de esta descendencia industrial después de su muerte empieza a preocuparle. "¿Qué pasa si un día decido irme para siempre con mi barco?", se preguntaba a principios de abril ante una periodista del diario económico Il Sole 24 Ore. "Me gustaría encontrar la solución correcta. Seguir aplazando este asunto no tiene sentido y no sería correcto en relación a la empresa". Giorgio Armani se da tres o cuatro años como máximo para resolver el problema de su sucesión. La solución que estudia es adosar su grupo a un socio industrial o financiero capaz de garantizar la supervivencia y la autonomía de la marca Armani. Un matrimonio con otra empresa de moda está excluido. Y es impensable una cotización en Bolsa mientras viva Giorgio Armani porque, según él, eso significaría perder la independencia, venderse a los ídolos del mercado. -

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