Esto tiene buena pinta
Hace cuatro años, José Luis Rodríguez Zapatero, recién elegido secretario general del PSOE al superar a su principal contrincante, José Bono, exclamó: "Esto tiene buena pinta", refiriéndose así a la impresión que le causaba la nueva ejecutiva regional de los socialistas andaluces. En ella, Manuel Chaves trató de visualizar el cambio adaptándose a la nueva realidad para lo que desplazó de dicha dirección a José Caballos al suprimir del organigrama la secretaría de Política Institucional que hasta entonces había desempeñado el actual portavoz parlamentario.
El sacrificio fue más que evidente en pos de los nuevos aires que soplaban en Madrid. Pasado el tiempo, Caballos pensaba que el escenario era bien distinto, al desaparecer, a su juicio, las razones que le dejaron fuera de la ejecutiva por lo que ahora quería regresar a ese órgano. El problema estaba en que Chaves no lo entendía así y no parecía dispuesto a restituirle en el nuevo equipo que ya está diseñando y que ha de salir del 10º Congreso del PSOE de Andalucía a celebrar, esta semana, en Granada.
Una cita pensada poco menos que como un paseo triunfal para el mismo Manuel Chaves, y para los socialistas andaluces en general, por los resultados electorales obtenidos y la representación lograda en el congreso federal y que, sin embargo, va estar enturbiada por el conflicto protagonizado por Caballos. Ese detalle parece no perdonárselo el presidente andaluz pero, si no es ahora ¿cuándo si no? se preguntaba el político sevillano.
La respuesta se la ha dado él mismo. No se ha entendido su mensaje, por tanto, es hora de plegar velas. Sorprende, de nuevo, al desistir in extremis de sus planes de regresar a la ejecutiva. Se encontró en el camino más resistencia de la que se esperaba. Se echará a un lado, aunque ahora buscará culpables del fiasco cosechado. No se debió a una alocada estrategia que giraba en torno a su persona y simplemente ocurrió que se le malinterpretó. La prensa tuvo la culpa. Así que lo mejor es quitarse de en medio y no perturbar con su presencia y sus exigencias lo que realmente le corresponde a Sevilla. Tal vez así tenía que haber sido desde el principio.
Con todo, su reacción a última hora, renunciando a sus aspiraciones, a pesar del camino que había ya recorrido en dicha dirección, puede hacer que las aguas vuelvan a su cauce. Entonces, será el momento de demostrar que no hay problemas con Sevilla para darle así el sitio que se merece en la dirección del partido. Siempre se aceptaba esta propuesta pero no a que la misma pasara por la ineludible presencia de Caballos en la ejecutiva. En esos términos tan simples y personales se planteó un debate sorpresivo y más bien propio de la opulencia en la que ahora se mueve el partido, gobernando con una cómoda mayoría absoluta y sin peligros inmediatos en el horizonte.
Así que habrá que estar atentos a lo que diga Zapatero en la clausura del cónclave granadino, cita a la que se espera que acuda para refrendar así con su presencia su pleno apoyo a Manuel Chaves y a una de las federaciones más poderosas como es la andaluza. Un Chaves que con este episodio ha visto hecha trizas la nube en la que se encontraba viviendo uno de sus momentos políticos más dulces. Cuando tome la palabra el presidente del Gobierno, y eche un vistazo a la ejecutiva que surja de ese congreso, si todo transcurre conforme a los deseos iniciales del líder andaluz, estará entonces en condiciones de exclamar lo mismo: "Esto tiene buena pinta". No estará en esos bancos relevantes un José Caballos que ya trabajará para perfilar su estrategia a seguir en un marco que le puede resultar, a partir de ahí, más incomodo de lo esperado.
Pero para llegar a ese punto hay que pasar antes por los contactos oficiales que mantendrán en estos días la dirección del partido con los representantes del PSOE sevillano. Reuniones ya previstas de antemano en donde se hablará del desarrollo en sí del congreso y, oficialmente, poco más si se tiene en cuenta que, por activa y por pasiva, se asegura que la situación es irreversible y que no hay margen de negociación posible.
Tampoco se puede perder de vista la propia evolución de los acontecimientos. Hay destacados miembros de la familia socialista sevillana que no estaban dispuestos a llegar al precipicio. Entienden de fidelidades personales pero no de tensar la cuerda más allá de lo necesario para satisfacer el deseo de determinado líder, como es el caso de Caballos, que ya se encuentra situado en el núcleo del poder.
El sentido de la responsabilidad, el respeto a las siglas y el futuro de las mismas han podido esta vez más que el proyecto del portavoz del grupo socialista en el Parlamento andaluz.
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