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FÓRUM DE BARCELONA | Diálogos

"La religión ha de ir por delante de la cultura", afirma Aminah Assilmi

La presidenta de la Unión Internacional de Mujeres Musulmanas, en el Speaker's Corner

Lluís Pellicer

Como todo en el mundo, una religión no es uniforme. Hay tantas visiones de ella como creyentes en este planeta. La que propuso ayer la presidenta de la Unión Internacional de Mujeres Musulmanas, Aminah Assilmi, en el Speaker's Corner del Fórum es la del fundamentalismo, que trata de que los fieles se queden sobre todo con la esencia del islam. "La religión ha de ir por delante de la cultura", afirmó.

Para explicarlo, Assilmi recuerda sus días de maestra de escuela en Kentucky (Estados Unidos), su ciudad natal, donde enseñaba a sus alumnos las reglas básicas de gramática y matemáticas. "En el islam es lo mismo, hay unos principios fundamentales, como creer en Dios, rezar, la caridad...", dijo. "No se ha de confundir con el fanatismo", advirtió.

Assilmi cuenta entre risas su conversión al islamismo: "Yo fui baptista hasta casi los 40 años. En 1977, inicié una investigación a fondo sobre el Corán para ver cómo se podía convencer a los musulmanes para que se pasaran al cristianismo. Pero descubrí en el libro una guía para la vida que me convenció enseguida". Su nueva confesión pronto supuso el rechazo de la ciudad en la que vivía. "Era productora de televisión, y cuando en el trabajo me vieron con el velo, me despidieron". Sus vecinos tampoco encajaron su decisión y empezaron a hacerle comentarios como "¡vuelve a tu país!". "Menuda paradoja fue oír todo eso. Yo soy india cherokee, lo que significa que tengo muchos más ancestros en Estados Unidos que todos los que clamaban para que me fuera".

Assilmi rechaza cualquier discriminación contra la mujer, como demuestra su activismo a favor de los derechos de las musulmanas. "La sumisión no depende de la religión, sino que se da en muchos lugares y culturas del mundo. Si un hombre me grita, yo lo haré más fuerte. Y si me pone la mano encima, pues mejor que se busque otro lugar para vivir", aseguró.

La mujer, sostiene, debe ser autónoma en sus decisiones, y una de ellas es la de llevar o no un velo.

A una persona del público que le recordó la marginación de la mujer en muchos países musulmanes, Assilmi respondió: "Ahí está el error. No se puede confundir la religión con la cultura. Nosotras promovemos que la religión siempre vaya por delante de las tradiciones, porque éstas a menudo comportan formas de discriminación con las que no estamos de acuerdo. Si se prioriza la religión y, en concreto, sus fundamentos, haremos frente a muchas de estas situaciones".

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Otra persona quiso ahondar en la pregunta: "Pero en las mezquitas las mujeres os situáis detrás de los hombres...". Assilmi contestó con humor. "Exacto, porque todos sabemos lo que pasa con nuestros vestidos y traseros cuando nos ponemos a rezar. Si nos ponemos detrás, aprovechamos y les vemos el color de los calzoncillos que usan", bromeó, no sin ruborizarse.

La asociación que preside Assilmi, que cuenta con 7.000 socias en todo el mundo, fomenta las relaciones de vecindad de las mujeres musulmanas. También colabora económicamente con sus comunidades para demostrar su compromiso con la sociedad en la que viven.

La presidenta de la entidad lamenta que la sociedad estadounidense aún no acepte la presencia de mujeres con velo en sus calles. "Barcelona es muy diferente. He perdido el miedo a ir por la calle y no me he sentido nada discriminada. Y aquí las mujeres pueden decidir si quieren llevar el pañuelo". Una joven asistente a la charla, que afirmó ser musulmana, la contradijo: "Créame, no es nada fácil llevar el pañuelo".

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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