El tercer encierro, el más largo y peligroso
Cuatro corredores resultaron corneados, uno de ellos grave
El tercer encierro de San Fermín resultó emocionante, lento (cuatro minutos y cuarenta segundos) y muy peligroso, con cuatro heridos por asta de toro. La ganadería gaditana de Núñez del Cuvillo salió de los corrales de Santo Domingo muy rápida y en estirada formación. Los mozos del primer tramo tuvieron que emplearse a fondo para aguantar el ritmo de la manada.
En la plaza del Ayuntamiento comenzaron los problemas. El grupo se estiró hasta romperse y los morlacos comenzaron a barrer las calles con sus astas. En el tramo más técnico del encierro, el de la calle Mercaderes, se produjeron los hechos más graves. Juan Vallbona, un joven barcelonés de 23 años, recibió una cornada de quince centímetros en la cara interna de un muslo y está ingresado con pronóstico grave. Tras ser empujado por un primer animal, trató de levantarse del suelo hasta en dos ocasiones. En ambas, dos de los erales le golpearon y cornearon secamente. El olvido de una de las normas básicas del encierro (no levantarse en la cara de los toros, sino seguir tumbado y protegido con los brazos) se cobraba una nueva víctima.
En la curva de Estafeta, los cuatro primeros astados chocaron contra la valla de protección, aunque mantuvieron su carrera firme. Los dos rezagados perdieron al final de Estafeta toda referencia de su camada y comenzaron una particular travesía por el desierto, con continuas paradas, vueltas de cabeza, derrotes y resbalones. A punta de periódico y con la vara de los pastores, estos dos morlacos, uno colorado y otro negro, pudieron llegar a la entrada del callejón.
En este punto se repitieron las imágenes de embestidas contra el vallado y más dosis de peligro. El ingrediente que se sumó a este explosivo cóctel fue la presencia de centenares de corredores en todo el recorrido y en este último tramo. En plena avalancha, los resbalones a la entrada del callejón produjeron un pequeño montón sin consecuencias que bloqueó buena parte de la entrada durante unos segundos.
Mientras los dos toros más díscolos remoloneaban y probaban sus pitones en el vallado de Telefónica, sus hermanos descansaban ya en chiqueros. La entrada tan limpia de los cuatro toros y de los cabestros a los corrales no sirvió de ejemplo para los dos animales más peligrosos del encierro.
Una vez en la plaza, estos astados volvieron a resbalar y caer y mantuvieron al coso en vilo durante el minuto que permanecieron sobre el albero sin decidirse a introducirse en los corrales.
La tensión y el peligro generado por los de Núñez del Cuvillo llenaron de atendidos las camillas de Cruz Roja. A las ya habituales contusiones y traumatismos, se sumaron nueve personas que requirieron atención médica específica, entre ellos cuatro heridos por asta de toro.
Además del catalán Juan Vallbona, el estadounidense K. P. S., de 22 años y natural de Luisiana, recibió un puntazo en su rodilla izquierda. C. G. P., de 58 años y natural de Benalmádena (Málaga), resultó herido en el antebrazo izquierdo dentro del tramo de Santo Domingo, mientras que J. M. D., un británico de 22 años, sufrió una cornada leve en la bolsa escrotal. El resto de los heridos evoluciona favorablemente y ayer mismo fueron dados de alta en los hospitales en que se les trató.
Tras las peligrosas carreras de ayer, hoy le toca el turno a los toros del hierro de Dolores Aguirre, que tendrán el difícil papel de protagonizar la carrera del sábado, siempre colapsada por la llegada masiva de visitantes a la capital navarra.
Babelia
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