Menos que el chasquido del látigo
En estos tiempos modernos parece que el toreo precisa que sean como los tres primeros de ayer: pura basura bovina, por más que dieran el pego con sus preciosos pitones. Esas tres piltrafas con cuernos se adscribieron a la mansedumbre, la blandura, el pararse, no tener fuerzas, ser distraídos y otras lindezas de semejante jaez. En resumen: ninguno de los tres valía lo que vale el chasquido del látigo de las mulillas.
El cuarto toro se revolvía y buscaba las axilas de El Fandi. Por el contrario, el quinto y el sexto fueron bastante aceptables.
Lo más destacable de la corrida lo realizó el francés Sebastian Castella en el quinto. Su faena la centró sobre la base del temple en cinco series de derechazos. Luego, con la mano izquierda utilizó el señuelo del valor. Mas digamos antes, para acabar con la mano derecha, que con algunos de esos muletazos con la diestra, además del temple, trazó finas líneas y en ciertos momentos acuciosos ligazones. Con buen gusto siempre, dentro de su peculiar toreo vertical y algo como de escayola. Tuvo dos revolcones cuando utilizó la mano izquierda. Quería arrimarse. Y ciertamente, se pasó el toro muy cerca de sus verdes ingles lorquianas. Exhibió en esos instantes una valentía de una gran disposición a prueba de neutrones. Ése es el camino. Sin embargo, en el cuarto estuvo un tanto pesado y espeso. Obviamente, ése es un camino equivocado.
Núñez / Fandi, Castella, Torrecera
Toros de Núñez del Cuvillo, sin clase, excepto 5º y 6º, que fueron aceptables. El Fandi: media estocada (silencio); estocada desprendida (vuelta). Sebastián Castella: -aviso antes de entrar a matar- pinchazo y estocada (silencio); pinchazo, metisaca -aviso- y estocada (vuelta). Jesuli de Torrecera: estocada caída -aviso- y dos descabellos (silencio); estocada (silencio). Plaza de Pamplona, 9 de julio. 5ª de feria. Lleno.
El Fandi conecta muy bien con Pamplona. Sabe que con las banderillas pegando botes en los que recuerda que fue esquiador de joven se gana al público. En su primero, que era un toro blando a más no poder, se pasó de facilidad banderillera. En el tercer par, por ver que el toro estaba medio muerto, dio un par al quiebro de rodillas y el toro tenía poca fuerza, pero no tanta para no soltarle un topetazo en el tórax. Luego la faena fue un insulso frufrú muleteril. La otra faena de su segundo toro no pasó de ser un manjar de plato vacío. En ese segundo toro, cuarto de la corrida, le aplaudieron muchísimo, simplemente porque después de un par de banderillas se pasó media plaza corriendo delante del toro con la mano apoyada en su testuz. Ésa fue la contribución torera de El Fandi. Pero el público quiere verle con muchos pies, dando saltos sin ton ni son en un montón de gestos rotos.
En el aire de la tarde quedó el desprecio de ese público con relación a un joven torero de salario mínimo, como es Jesuli de Torrecera. Muchas veces los públicos son ciegos e injustos. No importa que lleven el nombre de pueblo soberano. A veces vale más ser un poco bastardo, a condición de llevar el sentido de la justicia y la equidad marcados a fuego.
Por otra parte, Pepín Liria y Luis Miguel Encabo, heridos de gravedad el jueves por los toros de Cebada Gago, evolucionaban ayer favorablemente y está previsto que reciban el alta hospitalaria entre hoy y mañana, según informa Efe.
Babelia
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