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El tercer colapso tras el fin del comunismo

Fernando Gualdoni

Los rusos no viven para sustos con su sistema financiero. Tras la caída del comunismo, la rápida apertura del sector financiero hacia el modelo capitalista de 1992 provocó el primer gran colapso de la banca cuando apenas empezaba a caminar por la senda de la nueva doctrina económica. El 1 de enero de 1992 el Gobierno liberó los precios de los productos de consumo y la inflación se disparó hasta las nubes, provocando la desvalorización de todos los ahorros en moneda local. El dinero de millones de cuentas retenido en la banca pasó a no valer nada, por lo que el sistema estuvo al borde de la quiebra.

Cinco años después de esta crisis, los rusos se encontraron a mediados agosto de 1998 con una moneda que valía un 30% menos de la noche a la mañana. Esto fue sólo el comienzo de una devaluación que se agudizó a raíz de los efectos de la crisis asiática en la economía rusa. Las turbulencias procedentes del sureste de Asia hallaron en Rusia un lugar idílico para intensificarse: un sistema bancario precario, un despilfarro constante de los fondos públicos y un tejido industrial en la ruina.

La crisis del rublo de 1998 arrastró a muchos altos cargos políticos rusos, en especial al gobernador del Banco Central, Serguéi Dubinin, hombre afín al entonces primer ministro en funciones Víktor Chernomirdin. Rodaron muchas cabezas mientras Rusia se acercaba a finales de 1998 a la suspensión del pago de su deuda externa debido al coste sideral que tenían los pagos de sus compromisos en dólares.

La crisis asiática, que arrastró a Rusia a la devalución pero también a Brasil, fue considerada la peor a escala internacional desde la depresión de 1929. El caso ruso se debatió en el Grupo de los Siete (G-7) países más industrializados del mundo y de las instituciones multilaterales de crédito, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), cuya intervención para frenar la crisis rusa no es la más memorable.

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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