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10.000 personas asisten a la primera edición de Fuertemúsica

Cuando se trata de sacar gente a la calle, sólo la música es capaz de obrar ciertos milagros. De otro modo no se explicaría que en el confín noroccidental de Fuerteventura, una isla de fascinante aroma desértico y apenas un centenar de miles de habitantes, se congreguen casi 10.000 almas para seguir en directo el desarrollo de la primera edición de Fuertemúsica, un festival gratuito de músicas mestizas que se ha propuesto hermanar música y ecología durante dos noches consecutivas.

El grueso de la población joven del norte majorero se sumó a la fiesta de la música que baila con pies arenosos, junto a no pocos lanzaroteños llegados en un transbordador y ese variopinto colectivo de nómadas que uno se acaba encontrando hasta en los lugares más recónditos. Todos ellos se entretuvieron con un cartel integrado por Ginesa Ortega, Mojo Project, Kiko Veneno -la noche del viernes- Domingo Rodríguez El Colorao, Bebe, Elbicho, Macaco y Kevin Johansen, una nómina cortada por el patrón de la fusión estilística, el buenrollismo imperante y las llamadas más o menos fáciles al hedonismo: "Ole, esa peñita buena" (Dani Macaco), "Gracias por ponernos ahí enfrente esa luna tan guapa" (África Mojo) o "A follar y a quererse" (Bebe).

Salvo el prodigioso timplista local, El Colorao, ninguno de los que subieron al escenario ha inventado gran cosa. Pero varios tienen su gracia. Es el caso de los madrileños Mojo Project, que hace cuatro años se impusieron en el Imaginarock de jóvenes talentos y ahora han perfeccionado su fórmula de funk y soul con tendencia anglófona. O la extremeña Bebe, que envuelve un ideario más bien párvulo -el amor y el respeto entre las personas- con una puesta en escena femenina, enérgica y muy comunicativa.

En definitiva, y aun con los altibajos en su contenido, la isla majorera cuenta por fin con un buen referente para su presencia mediática, más allá de la recurrente tragedia de las pateras o las excelencias de su cabaña caprina. Una isla que cuenta en el pueblo de Corralejo con un colegio público que alberga alumnos de 80 nacionalidades distintas se merecía una celebración musical de esta naturaleza.

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