Directivos menos presionados por la Bolsa
Los cambios en las cúpulas del Ibex ligados a los resultados son menores que en Estados Unidos y Europa
El año pasado fue más tranquilo para los presidentes y consejeros delegados de las grandes empresas mundiales cotizadas. El 9,5% de sus directivos abandonó el puesto, según un estudio de Booz Allen Hamilton, un porcentaje inferior al de los últimos tres años. Entre las empresas del Ibex, la rotación media entre 1995 y 2002 fue del 10,5%. Pero, aunque la tasa es algo menor, del estudio se desprende que sus primeros espadas están menos presionados por los malos resultados.
La tasa de rotación por malos resultados de los máximos ejecutivos españoles es del 2,9%, frente al 4,6% de los europeos
Los presidentes y consejeros delegados de grandes empresas españolas son diferentes de sus colegas europeos y estadounidenses. No están tan presionados por los resultados, por contentar a los accionistas. Al menos no se les va el cargo en ello en la misma medida. Es la primera conclusión que puede extraerse del análisis que la consultora Booz Allen Hamilton realiza sobre la rotación entre los máximos directivos de las mayores empresas cotizadas y las razones de esos abandonos.
Entre las 2.500 empresas de mayor tamaño del mundo, el año pasado dejaron su puesto 237 presidentes ejecutivos y consejeros delegados, lo que supone el 9,5% del total. Un año antes lo habían hecho otros 267 y en el año 2000, año récord de sustituciones, la cifra llegó a 322, un 12,9% del total. En 2003, por primera vez desde 1998, la tasa de rotación no llegó llega al 10%.
Aunque la gran mayoría de los cesantes dejaron su puesto por razones naturales -jubilación, sucesión prevista, etcétera-, los resultados de la empresa y la evolución de su cotización explica también un buen número de abandonos. Desde 1995, cuando los malos resultados forzaron la salida del 12,2% del total de directivos que dejaron su puesto, hasta 2002 cuando ese porcentaje llegó al 39,3% de las sustituciones. En 2003, los abandonos forzosos, se quedaron en el 31,58% del total de sustituciones.
Entre las empresas españolas esa rotación forzosa u obligada por la mala evolución de la compañía es ligeramente inferior. En las empresas del Ibex 35, sólo el 27,62% de los cambios en las cúpulas producidos entre 1995 y 2002 tuvieron que ver con los malos resultados de la empresa. La investigación ha decidido tener en cuenta ese periodo porque el número de empresas es tan pequeño que de otra forma no sería significativo. La tasa de rotación forzosa del Ibex 1995-2002, que pone en relación el número de cambios directivos expulsados por la deficiente evolución en bolsa de su empresa con el número total de directivos, es del 2,9%, frente al 4,6% que en 2003 se dio en Europa.
Más de la mitad de las sucesiones que se han producido en las empresas españoles de mayor capitalización bursátil han sido naturales (edad, jubilación, sucesión ordenada) y sólo el 18,1%, el resultado de la fusión o adquisición de otra compañía. Es más, alrededor del 70% de los cambios en las cúpulas del Ibex han tenido que ver con las antiguas empresas públicas, calculan Raquel Garcés y Joe Santo, los consultores que han elaborado la parte española de la investigación. La llegada del Partido Popular al poder en 1996 provocó el nombramiento de nuevos presidentes a Repsol -Alfonso Cortina-, Telefónica -primero Juan Villalonga y luego César Alierta-, o BBVA -Francisco González-, por poner sólo algunos ejemplos.
Los consultores de Booz Allen Hamilton dan otra explicación a la diferencia española: la distribución del capital. Éste suele estar más concentrado que en las grandes compañías de EE UU, y es normal que existan accionistas de referencia o control, que "no están tan preocupados por la evolución de la acción a corto plazo como algunos fondos americanos", asegura Raquel Garcés.
La consecuencia es que la presión para los directivos españoles es mucho menor, tanto por los accionistas como por la opinión pública, y pueden plantearse su trabajo más a medio plazo. Para los expertos de Booz Alle
Los presidentes ejecutivos lo hacen mejor
Los expertos en buen gobierno recomiendan que los cargos de presidente y primer ejecutivo no coincidan en la misma persona. Es una forma de equilibrar el poder en la empresa y de garantizar que el consejo de administración ejerce su tarea de supervisión de los directivos. Esta es la teoría porque el estudio de Booz Allen Hamilton demuestra que los presidentes ejecutivos, los que mandan en el consejo y ejercen tareas directivas, logran mejores resultados. Esto es así en Estados Unidos, donde esta cuestión ha suscitado un gran debate y la división de poderes se ha convertido en un objetivo prioritario, en España y en Europa.
En el caso español, los autores de la investigación han comparado el resultado operativo (EBITDA) de las compañías del mismo sector entre 1999 y 2002. La conclusión es que las empresas donde presidente y consejero delegado son la misma persona tienen un crecimiento un 5,7% superior al que obtienen las que apuestan por la división de poderes.
Esta conclusión haría sonreir a muchos presidentes en España, donde la acumulación de poderes es un mal muy extendido. El 30% de las 35 compañías que componen el índice Ibex tiene presidente ejecutivo. Esto contrasta con la realidad de las grandes empresas europeas, donde ese porcentaje se queda en el 24%.
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