Maratón bajo tierra
Ocho atletas aventureros compitieron en el Metrosur en la primera carrera subterránea del mundo
Después de correr por las montañas más altas del mundo, atravesar los desiertos más duros y cruzar alguno de los ríos más bravos en todos los continentes, ayer le tocó el turno a las vías del metro. De madrugada, ocho atletas aventureros, dos mujeres y seis hombres, bajaron a las entrañas del subsuelo para recorrer los 40 kilómetros del Metrosur, la primera maratón en el mundo que se celebra bajo tierra y siguiendo los raíles de un suburbano.
La prueba es fruto de la iniciativa de estos atletas, miembros de la asociación de deportes extremos Tierra Trágame. El madrileño Miguel Caselles, campeón de la Copa Comunidad de Madrid de Carreras de Montaña, es uno de los corredores que ayer bajaron al subsuelo después de participar en siete maratones en todos los continentes. "Cuando volvíamos de la última prueba en Australia", recuerda Caselles, "pensamos que ya sólo nos quedaba correr bajo tierra. Y se nos ocurrió hacerlo por el metro de nuestra ciudad".
Todas las facilidades
Al principio pensaron que la administración no les permitiría experimentar esta prueba en el metro, "pero fue una sorpresa cuando no sólo nos dijeron que sí", afirma el atleta, "sino que además se volcaron por completo con nosotros y dándonos todas las facilidades posibles". No se podía desaprovechar una oportunidad así para "fomentar el metro", afirmaron en el Consorcio de Transportes. Pero con una única condición: no interferir en el servicio del suburbano.
Dicho y hecho: a las 2.45 de la madrugada, en la estación Parque de los Estados, en Fuenlabrada, comenzó la aventura. "Fuera había una luna llena espectacular, y nosotros bajamos a las entrañas de la tierra", recuerda Caselles.
Los corredores, todos ellos especialistas en grandes desafíos, como Juan Antonio Alegre, -que recorrió en bicicleta los más de 6.000 kilómetros de la Gran Muralla China y subió 16 puertos de más de mil metros de altura en el Tíbet sorteando los puestos de control chinos- o el veterano Antonio Ledesma, de 61 años, con miles de kilómetros en sus piernas y conocido como tiramillas, tomaron posiciones. Pero antes, como usuarios del metro, cancelaron cada uno su billete para acceder al andén.
Se dividieron en dos grupos. Cada uno haría una mitad del recorrido circular del Metrosur, ya que no fue posible hacer toda la ruta, de unos 40 kilómetros, porque el tiempo estaba limitado: el servicio tenía que reanudarse a las 6.30.
El primer grupo tomó la ruta este, de 20,3 kilómetros, pasando por las estaciones de de Arroyo Culebro, el Casar y Julián Besteiro, entre otras, hasta llegar a la meta: la estación de Puerta del Sur. El segundo, por el oeste, corrió unos 19,7 kilómetros, pasando por Fuenlabrada Central, Manuela Malasaña y por debajo de la Universidad Rey Juan Carlos con el objetivo de llegar los primeros a Puerta del Sur.
Comenzó la carrera y los corredores, coordinados por radio, observados por el personal de Metro, con el trayecto iluminado y surtidos de agua y bebidas energéticas, avanzaron sorteando las vías, traviesas, cables y rejillas del suburbano. No fue fácil. Estos profesionales, acostumbrados a correr por los lugares más exóticos e insólitos del mundo, sufrieron las consecuencias de esta maratón en un espacio cerrado y monótono. "El túnel parecía interminable", cuenta Casalles. Se orientaban por una chuleta que indicaba el kilometraje entre cada estación y los puntos de avituallamiento de agua, vital para dosificar esfuerzos.
Evocar el pasado
Durante la carrera hubo tiempo para evocar experiencias pasadas en lugares parecidos. "Juan Antonio Alegre", recuerda el atleta, "se acordaba de las historias de sus abuelos, de cuando tuvieron que refugiarse en el metro durante la guerra civil". Pero también hubo momentos de angustia y de crisis para los profesionales: "La última media hora se nos atragantó a todos", relata Caselles. "Había lugares en el que el ambiente estaba muy cargado. Respiras, pero el aire no es el mismo que al descubierto", explica. El único que no se asfixió en el grupo de Caselles fue el veterano Antonio Ledesma, "que tiró de nosotros hasta que llegamos a la meta", dice.
Una hora y tres cuartos después hubo vencedor: el segundo grupo llegó a Puerta del Sur a las 4.30, sólo unos minutos antes que el primero, pero "lo importante no era ganar" subrayan. "Ha sido muy gratificante poder correr en el metro de nuestra ciudad, los mismos kilómetros que recorren miles de trabajadores y estudiantes cada día", explica Miguel Casalles, quien no se olvidó de dedicar la carrera "a las víctimas del 11-M. Les tuvimos muy presentes", afirma.
Al final todos coinciden en que fue una "muy buena experiencia", y amenazan con más carreras de este tipo. "Ha sido una iniciativa creativa, una fantasía hecha realidad", afirma Casalles, quien asegura que "esta noche nos hemos sentido artistas".
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