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Columna
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¿Nuevo trabajo, nuevos sindicatos?

Joan Subirats

El diálogo con más asistentes es el que ha discutido sobre el futuro del trabajo y de los sindicatos, con expertos y activistas de todo el mundo. Se habló de unidad sindical mundial para responder a una economía globalizada que aprovecha la fragmentación política y sindical para campar a sus anchas; se hicieron llamadas a la renovación generacional de los sindicatos y se lanzaron augurios no muy halagüeños sobre el futuro del movimiento obrero. Decía el ausente Sennett que en esta sociedad del corto plazo no queda espacio para narrativas compartidas, y los sindicatos son, sobre todo, un nosotros colectivo forjado en mil episodios de búsqueda de la dignidad. Pero ahora se nos va de las manos el propio trabajo. Me comentaban que en el conurbano de Buenos Aires seguían con altísimos niveles de desempleo a pesar de la mejora económica. "Ya no nos necesitan. Pueden seguir enriqueciéndose sin nosotros", decían, y contaban cómo se extendía la economía de autoconsumo y el trueque. Es bien sabido que hay algo peor que ser explotado por una multinacional, que es simplemente el no ser explotado, el no contar.

Nos han metido en la cabeza que trabajar es ser rentable en el mercado, y ya no consideramos como relevantes ni cuantificables labores socialmente útiles que hacemos cada día y sin las cuales la convivencia sería imposible. Hemos de emancipar el trabajo del mercado, y lo hemos de hacer convencidos de que el ser útil y hacer bien las cosas que sabemos hacer es algo natural y permanente de la condición humana. En esa tarea los sindicatos no deben dejarse encerrar, como quieren algunos, en el defensivismo. Necesitamos menos rigideces, nuevos imaginarios, argumentos y aliados en la búsqueda de otra forma de vivir y relacionarnos.

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