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"Los cristianos tenemos miedo"

Perdidos en un mar de musulmanes, 20 millones de cristianos tratan de adaptarse a los nuevos tiempos que corren en Indonesia y de mantener las cuotas de poder que hasta ahora tenían. La tensión es sobre todo evidente en islas periféricas de mayoría cristiana, como Papúa Occidental y Maluku (antes denominadas Malucas), en las que las diferencias religiosas se agravan con tendencias separatistas y desembocan con frecuencia en violentos choques armados. "Los cristianos viven en islas dentro de las islas", reconoce el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, al revisar la situación de algunas comunidades en Sumatra y Sulawesi, islas de aplastante mayoría islámica.

La situación se ha hecho más volátil en los últimos años debido a la "debilidad" del Estado, según H. S. Dillon, director de PGRI (Asociación para la Reforma del Gobierno en Indonesia). Edy Prastyono, encargado por el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de la reforma de las fuerzas armadas indonesias, sostiene que "ciertos elementos" del Ejército son los que inflaman las tensiones interreligiosas como método para demostrar al poder civil "que tiene que seguir apoyándose en el Ejército".

Prastyono afirma que sobre todo a escala de "comandantes locales" y después de 32 años de poder militar, existe una "fuerte resistencia a doblegarse al poder civil porque eso supone perder el acceso a las fuentes de recursos económicos que están en la provincia y que van desde la minería hasta los bosques, pasando por el comercio".

La progresiva penetración de un islamismo más fundamentalista en los grandes núcleos urbanos y, especialmente en Yakarta, lleva también a los cristianos, tradicionalmente mejor educados a perder cuotas en la Administración o en empresas, a parte de la inestabilidad que les causa el nuevo terrorismo islámico internacional. "Los cristianos sentimos miedo", sostiene Sabam Siagian, director del Jakarta Post, el periódico en lengua inglesa más influyente.

Terminada ayer la campaña electoral a las primeras elecciones presidenciales de la historia de Indonesia sin ningún incidente violento, los expertos señalan que "no hay que bajar la guardia", porque el más mínimo incidente puede desatar un baño de sangre, como sucedió en abril pasado en Maluku, en el que 38 personas resultaron muertas y más de 200 heridas, una universidad cristiana, dos iglesias y más de 200 casas fueron pasto de las llamas.

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