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TOUR 2004

Rastro de sangre

Carlos Arribas

En principio fue la orina. Desde mediados del los años sesenta -los primeros controles de dopaje del deporte mundial se instauraron en el Tour de 1966, el último de Anquetil, provocando el plante de varios corredores- la orina ha sido el espejo del hombre, del atleta, quien también aprendió a doparse de manera que los análisis nunca detectaran el consumo de las sustancias prohibidas. Y muchos años después, cuando la orina sólo es capaz de mostrar una pequeña porción de la realidad, cuando la aparición de nuevas sustancias prohibidas, cuando en el alba asoma el dopaje genético, llegó la sangre. Desde que la AMA (Agencia Mundial Antidopaje) es AMA, desde que todos los países y las federaciones han acabo acatando el código y el reglamento antidopaje del nuevo organismo, los deportistas y sus entornos saben que la puerta a los análisis de sangre en busca de productos prohibidos está abierta. Hace 15 días, algunos, los miembros de los equipos ciclistas participantes en el Tour, lo tuvieron como certidumbre al recibir una carta de Mario Zorzoli, el sabio de la UCI que se dedica a los controles, en la que les anunciaba que el Tour sería el primer evento de cualquier deporte en el que se procedería a análisis antidopaje de sangre, y se advertía a los caminantes de la posibilidad de congelar las muestras en espera de la llegada de nuevos métodos para detectar viejas sustancias.

En el punto de mira de todos los organismos está la hormona del crecimiento recombinante -la droga conocida por sus siglas inglesas HGH-, un producto sintetizado en laboratorio que es exactamente igual al que produce la pituitaria humana, una sustancia que combina efectos anabolizantes, anticatabólicos, antilipídicos y anti todo lo malo. La sospecha de su uso en todo tipo de disciplinas es abrumadora, y las ganas de ponerle cerco, mayores. Por eso, el secreto: es deseo de las autoridades deportivas anunciar a lo grande la posibilidad de encontrar hormona de crecimiento en sangre, es decir, lo quieren anunciar después de poner en marcha subrepticiamente el método y presentando ante el público un nombre y una cara de un deportista culpable, tal como hicieron en Salt Lake City con Johann Mühlegg. Hace un par de meses un científico alemán hizo sonar las alarmas al presentarse anunciar que su método de detección de la HGH había sido aceptado por la AMA y que varios laboratorios del mundo, además del suyo de Colonia, ya eran capaces de llevarlo a cabo. Los desmentidos del Comité Olímpico Internacional (COI), el organismo que homologa laboratorios antidopaje, de la AMA y de todas las autoridades fueron unánimes. Los desmentidos y el anuncio de que quizás en los Juegos de Atenas ya se podrá encontrar. O quizás en el Tour.

Con lo que hay menos dudas, y más literatura que lo avale, es con la detección de las transfusiones sanguíneas, otro de los métodos de dopaje favoritos. Un grupo de australianos ya ha publicado cómo detectar las transfusiones del mismo grupo de sangre de diferentes personas, y la UCI ha dejado caer que también se puede encontrar la trampa si se hace con la propia sangre del deportista -la que se extrae antes de la competición, la deja en glóbulos rojos, sin plasma, y se la auto transfunde cuando necesita una buena carga de glóbulos rojos-, lo que hará frenar su uso.

Y con lo que no hay ninguna duda, porque los papeles los tienen todos los interesados, es con la posibilidad de que los laboratorios detecten el consumo de las HBOCs -transportadores de oxígenos basados en la hemoglobina- otros productos míticos en el arsenal de los tramposos. Las HBOCs son las famosas hemoglobinas sintéticas que Jesús Manzano denunciaba que eran para animales y de animales y que a él le inyectaron. Son de origen bovino o sintético y en algunos países con problemas de escasez de sangre en los hospitales, como Suráfrica, mermado por el Sida, se han autorizado para humanos. Hace poco, los científicos del laboratorio del Châtenay Malabry, en París, los mismos que se encargarán de los análisis antidopaje del Tour, ya publicaron cómo se detectaba. Y esperan triunfar este Tour.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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